¿Lees o escribes? |
¿Cómo se diferencian unos de otros?
Partiendo de la base misma de la escritura, es decir, del manejo de las palabras,
de la capacidad de aportar, además de una historia verosímil, un valor añadido
al lenguaje. Entiendo que todos tenemos pequeñas historias en la cabeza,
argumentos que podrían valer un libro, pero de ahí a considerarse un escritor
por el simple hecho de trasladar en el papel esa idea que tanto hemos llevado
en el cerebro no es suficiente para calificarse un profesional de las letras.
Es razonable que algunos se pregunten por
qué digo todo esto, por qué me empeño en delimitar el terreno cuando todo es
sumamente respetable. Os lo diré, porque estoy cansado de compartir historias
con personajes que dicen escribir pero que ni siquiera se preocupan por manejar
adecuadamente el lenguaje o por escribir una historia sin errores gramaticales
o por contar historias verosímiles. Esto es, y permítanme un símil conocido por
muchos, como diferenciar un dolor de cabeza y la migraña. No es lo mismo,
por más que lo queramos poner en la misma mesa del sufrimiento. Sólo el que
tiene migrañas puede decir la magnitud de lo que tiene, como solo alguien que
se preocupa por trabajar un texto, por cuadrar una historia, por dejar las
horas corrigiendo y redondeando un párrafo, puede decir que escribe, y aun así,
no debería considerarse aun escritor, porque para serlo deberá vivir de lo que
escribe o, al menos, llegar a un público que le respete por lo que hace.
Teniendo todo esto en cuenta, nunca una persona que escribe debe olvidar que poner una historia en manos de un lector conlleva mucha más responsabilidad de lo que se cree, partiendo de la base de que al menos por respeto se debe hacer público algo decente.
Por último, parafrasearé a un escritor argentino que decía que cuando una historia es buena, siempre se dice que el libro es bueno, pero cuando es mala, siempre se dice que ese escritor no escribe bien. Esa es la diferencia.
Teniendo todo esto en cuenta, nunca una persona que escribe debe olvidar que poner una historia en manos de un lector conlleva mucha más responsabilidad de lo que se cree, partiendo de la base de que al menos por respeto se debe hacer público algo decente.
Por último, parafrasearé a un escritor argentino que decía que cuando una historia es buena, siempre se dice que el libro es bueno, pero cuando es mala, siempre se dice que ese escritor no escribe bien. Esa es la diferencia.
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