Vivimos enfadados |
Partir de esto, me pregunto si no estamos abocados todos a enfadarnos demasiado con las cosas, a mirar excesivamente a las personas y casi nada a sus mensajes, y eso nos lleva a enfadarnos más o menos según a quién estamos mirando. Esta es una situación recurrente del ámbito social, no cuesta nada ofender o descalificar a alguien, sin mirar el escenario en el que se está actuando. Todo ha cambiado en nuestra sociedad, si no, echemos un vistazo al terreno político.
Recuerdo cuando de pequeño me llevaban a mítines y todos éramos iguales, tanto políticos como votantes, no había diferencia entre ellos, inflamados todos de ilusión y voluntad activista. Algo ha cambiado desde entonces, quizá lo hemos provocado nosotros los votantes, porque en los políticos actuales no reconozco nada del compromiso de antaño. Hemos perdido la ilusión, el deseo de reivindicar como si estuviésemos anestesiados por el inmovilismo. Naturalmente, hay movilizaciones, pero sólo de los afectados, así cuando se manifiestan los enfermeros no acuden a apoyarles los taxistas y cuando se manifiestan éstos no van lo agricultores. ¿Hemos perdido el espíritu de solidaridad social? Por desgracia, parece ser que hemos perdido la ideología y empezamos a expandirnos, a votar a las personas en lugar a los programas.
Y en lo que respecta a los políticos ni rastro de aquella gente comprometida con su gente de antaño, responsabilizada con los problemas sociales, que al final eran problemas suyos, porque provenían de ese círculo social necesitado. Aún así, me niego a pensar que la política actual sea solo un terreno abonado a la corrupción, ni que todos los políticos sean corruptos. No todos son corruptos, aunque cueste una barbaridad encontrar un político de verdad, ese con base en la idea social. Buscar un personaje que representa a todos es como aquella palabra que se encuentra al leer un libro, que tiempo después se vuelve a buscar pero no hay forma de encontrarlo porque no se sabe en qué parte de la historia se encontraba.
Y los votantes, cada día se parecen más a aquel náufrago que ve cómo la boya salvavidas se aleja de su posición llevada por olas que no tienen nada que ver con él. Y por más que bracee buscándola, cada vez se convence más que no podrá alcanzarlo.
imagen: morguefile.com
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