Algo debe haber cambiado en nuestra sociedad para
que cualquiera que tenga un problema, dirija su foco hacia los gobernantes,
hacia los personajes políticos. No es verdad que toda la culpa sea de ellos,
pero cada vez están más señalados como si lo fuera. Por todo eso deberíamos
preguntarnos si ¿tiene precio la honradez? ¿Importa la honradez a todo
el mundo por igual? Es verdad que muchos, al encontrarse en el bosque social donde se multiplican las dificultades, parecen haber olvidado el significado
y la amplitud de esa palabra. Sin embargo, si miramos un poco más allá, veremos
que ser honrado o no involucra a mucha gente más que al propio ejecutor de las
acciones.
Cuando una persona, con independencia de sus
responsabilidades políticas, sociales o económicas, comete una desfachatez
¿sólo repercute en él las consecuencias de sus acciones? No. El terreno que
quema la inmoralidad en el entorno de la acción tiene un tamaño considerable.
Aunque, mirado desde la perspectiva de quien carece de honradez, parece no
tener ninguna consecuencia externa, ya que transmite la sensación de que cada
día aumenta su deseo de repetir la desfachatez, sin mirar a quién ni cómo.
Naturalmente, a todos nos han enseñado la honradez como
un factor cultural, donde entendemos que crecer en un ambiente honrado garantizaba
serlo en el futuro. Sin embargo, hoy día nos encontramos con personas que han crecido
en ambientes honorables actuar de manera completamente diferente a sus
principios. ¿Significa esto que todos los políticos son malos? ¿Que la
enseñanza del pasado han perdido su valor? ¿Qué es mejor ser deshonrado que
honesto? No. Ciertamente, y gracias a su carácter mediático, parece que las
malas prácticas son muchos más reiteradas en el ámbito político que en
cualquier otro. Y, por desgracia, no podemos decir que los políticos carecen de
formación ni que hayan faltado a clase de moralidad, sin embargo, la honradez,
en muchos casos, brilla por su ausencia.
Si cada vez afloran más y más la falta de honradez
en el entorno político ¿Es el resultado de encontrarse con el poder sin estar
preparado para ello? O ¿Es la consecuencia de la falsa idea de creer que estando
en el poder todo es posible, ya que se tiene todo a mano? Sea como fuere,
cualquiera puede darse cuenta de que los políticos, una pequeña parte de ellos,
se alejan cada vez más de la realidad de los ciudadanos; el poder les otorga
ciertos privilegios que les impide ver la realidad tal como es, lo cual les
lleva a perder el sentido de sus responsabilidades y sus obligaciones.
No obstante, para cualquier ser humano, ese viaje al
más allá de las cosas no está exento de responsabilidades que derivan de las
consecuencias de las acciones. El absurdo crece cuando nos encontramos con
personas poderosas creyéndose que son ellos los únicos que entienden la
naturaleza del problema y deciden sobre ello de forma individual, dando por
hecho que los demás se lo discuten simplemente por ignorancia. Otros,
desgraciadamente llevan ese error más allá, y articulan la misma estrategia
para apoderarse de cosas que no son suyas, y lo que es peor, creen que son los
más honrados del mundo. Afortunadamente, no podemos dejar de mirar la otra cara de la moneda: no todos son malos y deshonestos, sino todo lo contrario.
imagen: morguefile.com
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