Justamente la semana en la que se anuncia que el paro
ha bajado, por desgracia, he podido comprobar personalmente el deterioro del
mercado laboral, y el poco valor que otorgan ciertas empresas a las personas.
Mi indignación fue fabulosa al descubrir que vivimos en el kilómetro 0 del
contrato basura intentando sortear las olas de la desfachatez como podemos.
Para que podamos entendernos, debido a la situación
personal, a la desaparición de los recursos familiares, he estado varios meses
en búsqueda activa de trabajo, esta
definición que tanto gusta a los teóricos del mercado laboral para referirse a
alguien que busca desesperadamente hacer lo que sea para generar ingresos. Tras
acudir a infinidad de empresas, enviar curriculums a todos los departamentos
que creía encajar con mi perfil profesional y mis conocimientos, me he
encontrado con tres realidades:
- A medida que he ido avanzando en mi búsqueda, he tenido que ir recortando mi curriculums hasta dejarlo en un solo folio, donde toda la experiencia importantes, los conocimientos, los estudios quedaron fuera.
- En muchos sitios me llamaban para hacerme la entrevista inicial y me decían, sin miramientos, que mi edad era una verdadera barrera para optar a ciertas ofertas. No lo niego, tengo 47 años.
- El único mercado que encontré factible para reinsertarme fue el del telemarketing. Había ofertas suficientes, empresas competentes en torno a las ofertas, así que empecé a enviar mi mutilado curriculums a los portales especializados con la esperanza de sortear todas las trabas que había encontrado durante la búsqueda directa.
Es aquí donde me encontré con el kilómetro 0 del contrato basura.
Es tan sencillo de entender como incomprensible para mí, que he estado más de
15 años como autónomo, lo cual, como todo el mundo sabe, no me ha garantizado
ningún tipo de prestaciones, ni derechos sobre ninguna ayuda, a pesar de estar
considerado como miembro de familia numerosa.
Y el colofón de esta carrera por encontrar un
trabajo me llevó a una ETT (Empresa de trabajo temporal), donde aceptaron mi
candidatura y me remitieron a una empresa de venta telefónica de seguros
hospitalarios. Hasta aquí parece todo normal, incluso resultó una alegría el
poder incorporarme a esta empresa. Pero, por el camino ocurrieron dos cosas:
- Me obligaron a asistir a un curso de formación no remunerada y selectiva durante varios días (aquí entre ir y venir gasté casi 200 euros). Cosa que cumplí religiosamente. Este curso se componía de dos fases, aprendizaje de las características del producto, que duró 40 minutos, y formación para obtener el certificado de gestor de seguros, que era obligatorio. El examen lo envían a los asistentes a casa, por correo electrónico, lo cual garantizaba aprobarlo. Cuando uno está en busca y captura de una oportunidad hasta agradece este tipo de ayuda.
- En la misma ETT me hicieron una prueba de riesgos laborales, que duró un minuto, y donde la propia gente de la ETT me ayudó a contestarla, soplándome las respuestas correctas. Otra ayuda que en ese momento agradecí enormemente.
Finalmente, me incorporé a trabajar y, he aquí la
gran sorpresa, al tercer día me despiden diciéndome que no había superado el
periodo de prueba. ¡3 días, señores!
Cuando la incorporación fue traumática en el sentido de que nadie nos explicó
cómo funcionaba el programa, nadie habló con nosotros para preguntarnos si
entendíamos algo, y mucho menos el producto sobre el que recibimos una
formación de 40 minutos.
Mi indignación fue extraordinaria, porque he
invertido dinero que no tenía para ir venir a las supuestas formaciones, y al
final he perdido recursos de la familia esperando tener un contrato de trabajo,
he firmado dicho contrato el lunes y el jueves firmé la rescisión del mismo, he
participado en una gran farsa donde, al perecer, no lo puedo asegurar a ciencia
cierta, estas empresas cobran por el supuesto curso de formación sobre riesgos
laborales, que me soplaron las respuestas.
La pregunta es ¿Quién tiene la culpa de todo esto?
¿Quién ha propiciado que el mercado laboral esté como está? Y lo que es peor…
no paramos de escuchar que estamos saliendo de la crisis… no en mi casa, no en
mi familia, señores…
imagen: morguefile.com
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