Hoy día, a pesar del extraordinario trasvase de profesionales
que hay en el mercado laboral, donde personas sumamente especializadas han
tenido que asumir tareas muy por debajo de su capacidad o conocimientos, los
empresarios siguen hablando de que falta crear buenos profesionales,
donde no se mide el curriculums sino mayor compromiso con las tareas.
Sin embargo, hablamos poco de la falta de voluntad de
las empresas para mover sus ideas corporativas en función de su capital humano.
Parece natural reclamar compromisos por encima de lo habitual a un trabajador,
incluso exigiéndole un rendimiento a ciegas, sin proporcionarle la debida
formación, pero prácticamente sin disposición de las empresas a favorecer la
potencialidad de sus trabajadores.
Enlaces relacionados
- Medir el crecimiento - Hablemos de costes - Hablemos de habilidades - Hablemos de talento - Innovación sin límite - Alimentar la iniciativa |
Por lo tanto, si existe la necesidad de que el
rendimiento supere incluso lo normal, es lógico concentrarse en crear un
ambiente favorable para el talento o los conocimientos del capital humano. Para
que esto sea posible, observo, al menos, tres puntos importantes a tener en
cuenta:
1.- Fomentar la adaptación del profesional
a las tareas a partir de un apoyo práctico y de una formación específica. Es
verdad que en muchos casos estamos hablando de profesionales sumamente
preparados en otras áreas laborales, por lo que se les supone mayor facilidad
de asimilación del proceso o mejor predisposición al esfuerzo, pero si no
reciben las herramientas adecuadas y específicas del área donde trabajan, no
podrán ofrecer el rendimiento que se les supone.
2.- Adaptar los recursos a las
habilidades del trabajador. Este punto suele crear cierta reticencia en los
empresarios, porque parten de la idea de que corresponde a la empresa, ya que
es la contratista, decidir qué y cómo deben desarrollarse las tareas. Pero,
admitir cambios mínimos para que el trabajador pueda aprovechar mejor sus conocimientos,
habilidades, experiencias, lleva al mismo lugar donde se pretende ir:
excelencia de resultados. Por lo tanto, realizar este cambio mínimo y favorecer
la convivencia del trabajador con sus tareas, seguramente parecerá inicialmente
un retroceso, pero una vez se logre acoplar la capacidad a las fuentes de las
acciones, el resultado llegará seguro.
3.- Fomentar el acercamiento de las
personas a las fuentes de las tomas de decisiones. No significa obligar a los
empelados a participar en las reuniones de dirección, sino otorgarles la
posibilidad de aportar ideas para mejorar sus prestaciones, y que esas ideas
tengan una influencia real en el ejercicio de las tareas. Ser inflexible y
exigir demasiado no es el mejor modo de aumentar el rendimiento, sino una forma
de limitar la capacidad del trabajador, sus ideas, su creatividad, que una vez
rechazadas por la empresa, desaparecerán del escenario de posibilidades en el
futuro.
Por todo esto, y aunque hemos hablados muchas veces
de este problema, es importante insistir en que si se estable un terreno común
donde sobrevivan en armonía el empresario y el trabajador, donde las ideas
surjan a partes iguales, los compromisos tengan el mismo peso y eficacia, el
resultado llegará gradualmente, cada vez mejor.
imagen: @morguefile
Si te ha gustado este artículo, compártelo. Gracias.
Tweetear
Seguir a @RoberttiGamarra
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe un comentario. Solo pido moderación y respeto.