Del mismo modo que abordábamos en artículos
anteriores el cambio de perspectiva de los especialistas económicos, quienes
han empezado a focalizar su interés en la alteración del hábito comercial derivado
de la crisis, otros trazan ya las líneas generales de la cultura de
emprendimientos que regirá al tejido empresarial en los próximos años, que se
aleja del exceso de entusiasmo y se acerca a la cordura y el sentido
común.
@morguefile |
Falta de formación a la hora de estructurar
sus propuestas, además de la incapacidad para reconsiderar sus planteamientos
cuando el modelo de negocio no se adapta a la tendencia del mercado al que
intentan acceder. Por decirlo de otra manera, carecen de información suficiente
para adaptarse a los constantes movimientos de la práctica comercial.
Desconocimiento del sector donde quieren actuar. Esto conlleva, como ya hemos repetido infinidad de veces, a crear productos que no tienen ninguna demanda en el entorno del negocio, además de propiciar estructuras que muchas veces no son necesarios para llevar a cabo el emprendimiento propuesto.
Falta de habilidad técnica para exponer el producto a los posible interesados, lo cual, bien manejado, debe dar la ventaja necesaria para competir en igualdad de condiciones con otras iniciativas. Es natural conocer el lenguaje o los hábitos de consumo de quienes pasarán a formar parte activa de ese tramo de ingreso necesario para sobrevivir. Es muy importante ilusionar a los demás con la propuesta para que ésta se convierta en un producto.
Desconocimiento del sistema de gestión que ayude a calcular los riesgos y las ventajas económicas de la actividad. He oído muy a menudo los emprendedores decir que con aportar la creatividad ya es suficiente, y que ya vendrán los expertos para controlar el movimiento monetario que se genera a partir de la propuesta. Un error común como determinante para fracasar.
Desconocimiento del sector donde quieren actuar. Esto conlleva, como ya hemos repetido infinidad de veces, a crear productos que no tienen ninguna demanda en el entorno del negocio, además de propiciar estructuras que muchas veces no son necesarios para llevar a cabo el emprendimiento propuesto.
Falta de habilidad técnica para exponer el producto a los posible interesados, lo cual, bien manejado, debe dar la ventaja necesaria para competir en igualdad de condiciones con otras iniciativas. Es natural conocer el lenguaje o los hábitos de consumo de quienes pasarán a formar parte activa de ese tramo de ingreso necesario para sobrevivir. Es muy importante ilusionar a los demás con la propuesta para que ésta se convierta en un producto.
Desconocimiento del sistema de gestión que ayude a calcular los riesgos y las ventajas económicas de la actividad. He oído muy a menudo los emprendedores decir que con aportar la creatividad ya es suficiente, y que ya vendrán los expertos para controlar el movimiento monetario que se genera a partir de la propuesta. Un error común como determinante para fracasar.
Por otro lado es importante saber cuál es la
motivación de la persona que propone una actividad comercial. Es la forma de conseguir introducir elementos nuevos en las inicitivas, para huir de aquellos modelos que funcionaban pero que ahora ya no lo hacen. No todos parten
de la misma inquietud ni de la misma realidad, por lo que podemos identificar
al menos tres motivaciones como son:
Emprender por necesidad es cuando una persona se
encuentra sin su actividad laboral habitual y necesita salir al mercado. Al
verse privado de la posibilidad de reincorporarse como trabajador, interpreta
el emprendimiento como única alternativa para sobrevivir.
Emprender por convicción se origina cuando una persona necesita emprender para sentirse realizado. Esta sería la forma ideal para sacar adelante una propuesta, al menos en su aspecto ideológico, porque si se cae en el error de no complementarlo con manejos administrativos, conocimientos del entorno, experiencias para afrontar posibles cambios, etc., la maniobra se abocara igualmente al fracaso.
Emprender por herencia es cuando se debe mantener un perfil de actividad para seguir con la tradición familiar. Cuando toda una familia se ha dedicado a una actividad, algunos herederos se ven obligados a mantener la tradición. Este tipo de escenario suele llevar al desastre porque el emprendedor no está conforme con lo que hace.
Emprender por convicción se origina cuando una persona necesita emprender para sentirse realizado. Esta sería la forma ideal para sacar adelante una propuesta, al menos en su aspecto ideológico, porque si se cae en el error de no complementarlo con manejos administrativos, conocimientos del entorno, experiencias para afrontar posibles cambios, etc., la maniobra se abocara igualmente al fracaso.
Emprender por herencia es cuando se debe mantener un perfil de actividad para seguir con la tradición familiar. Cuando toda una familia se ha dedicado a una actividad, algunos herederos se ven obligados a mantener la tradición. Este tipo de escenario suele llevar al desastre porque el emprendedor no está conforme con lo que hace.
Finalmente queda ver qué se busca cuando de
emprende una nueva iniciativa. Tal como
hablábamos de las circunstancias que llevan a tomar la decisión de emprender, existen
hechos motivacionales que propician la puesta en marcha de una actividad y
pueden deberse al deseo de:
Trabajar para uno mismo es un estado que
ambiciona cualquier persona, ya que mirado desde fuera transmite la sensación
de libertad en lo referente a todos los aspectos relacionados con el desempeño
profesional.
Hacer lo que te gusta y además vivir de ella
es un gran objetivo del emprendedor. No obstante, existe una necesidad real de
entender la diferencia entre idearlo y ponerlo en práctica. Si se consigue
conciliar estos dos elementos, el éxito está cerca.
Ayudar a los demás a través de una
iniciativa comercial es una tendencia que va creciendo día a día. Este un
sistema de negocio con conciencia social que nos va dejando la actual crisis
económica, y está planteado desde la necesidad de interpretar los beneficios como
un medio para ayudar a los demás y nunca como un objetivo prioritario. Es la
alternativa más sana que heredaremos de esta situación que tanto quebradero de
cabezas nos plantea.
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