“Me gusta
mucho lo que escribes, pero ¿puedes ser más concreto?”. Me comentó alguien hace
unos días. A medida que aparecen artículos sobre el emprendimiento y la
innovación, casi de manera proporcional crecen las demandas de concreción a la
hora de establecer un mapa de actuación medianamente seria para innovar. A continuación propongo un pequeño decálogo
para innovar. No será suficiente ni pretende convertirse en una biblia del
éxito.
@morguefile |
El innovador debe crear sus propias reglas. Otra
cuestión diferente es seguir los procedimientos legales o cumplir con las
cargas impositivas derivadas de esa propuesta, que estarán sujetas a los
requerimientos de las administraciones que lo controlen.
Por lo tanto, mi
primera recomendación es:
Crea tu propio camino. Ya hemos hablado un sinfín de veces aquí de lo pernicioso
que resulta seguir los caminos que han seguido otros, porque cada propuesta
tiene su propio ADN y es imposible repetir ni copiar procedimientos o
estrategias a la hora de proponer una idea al consumidor final. De lo contrario
no sería innovación.
Sé feliz con lo que haces. Esto es vital, porque la grandeza de tu propuesta
será proporcional a la felicidad derivada de su ejecución. Y si el emprendedor
está contento con lo que va consiguiendo con su acción, el entorno que
finalmente lo consume, también lo estará, llevado simplemente por la inercia
positiva, por el optimismo percibido.
No te aflijas por nada. En una
reunión informal sobre niños de alta capacidades, uno de los presentes levantó
la mano y dijo: “Sólo espero que mis
hijos no se den cuenta de lo mal que lo estamos pasando, porque si lo hacen
acabarán tan amargados como yo”. A
veces es inevitable, pero en lo posible hay que evitar amargarse por losresultados adversos de la acción.
Sé oportunista. No en el sentido de aprovecharse de los demás, sino del momento. Tener
capacidad para prever lo que va ocurrir en el sector donde se va actuar es la
mejor estrategia, porque permite plantear propuesta por adelantado. Así cuando
algunos planteen sus estrategias para cubrir las demandas, las tuyas ya llevarán
ahí el tiempo suficiente para ganar su propio público, de ese modo se maneja
mejor las preferencias del entorno.
Cultiva la honestidad. Esta palabra no está estrictamente vinculada al
dinero; es mucho más importante aquella generada con uno mismo, formulando procedimientos
que no promete ni demanda más de lo que represente su propia naturaleza. Una
propuesta creada a partir de la honestidad personal es mucho más creíble y más
fácil de aceptar.
Estar en paz con uno mismo. Se llega a esta posición habiendo superado todos
los puntos anteriores. El sentimiento de haber llegado al objetivo sin nada de
lo que arrepentirse ni deudas pendientes con nadie, en términos personales, es extraordinario.
Desde luego nunca estaré de acuerdo con aquellas propuestas que triunfan
habiendo aplastado a otras o habiendo impuesto sus reglas sin considerar las de
otros.
No entusiasmarse excesivamente. Cuando las cosas van bien, una fuerza maligna empuja
a proponer ideas sin concretar. La euforia por conseguir un objetivo suele
llevar a comentar como hechos ideas aún sin definir, lo cual genera
expectativas que acaban arruinando todo lo logrado hasta entonces.
Entiendo que a partir de
estos puntos nadie podrá volverse rico ni conseguirá un éxito extraordinario,
pero nunca debe dejarse de lado los aspectos personales que están asociados a
una propuesta de innovación. Es ese factor personal lo que le dotará de
autenticidad y le dará cuerpo para interactuar con el entorno que lo consume.
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