Considero justo traer en esta sección una
historia real, una sencilla muestra de cómo se consigue innovar en momentos de dificultad.
La situación en cuestión la viví con Ever, el hijo de 13 años de un amigo, de
quien aprendí que innovar es de valientes, de personas atrevidas,
desenfadadas.
@morguefile |
A los pocos días de pensárselo a solas el cumpleañero decidió aceptar la fiesta y lo preparó él mismo, a muy bajo coste. Diseñó una estrategia de acercamiento a los posibles invitados y consiguió dirigir sus preferencias a la hora de comprarle el regalo a aquellas áreas donde él tenía mayor interés. El resultado fue fabuloso, la familia no se gastó casi nada en el montaje del evento y Ever recibió incluso más regalo de lo que habría deseado; todos sus caprichos fueron cubiertos por los amigos asistentes.
Esta sencilla historia real traza un camino
de dimensiones incalculables partiendo de la creatividad. Proponiendo pequeñas
estrategias creativas se pueden conseguir resultados asombrosos. Innovar no es
buscar ideas totalmente nuevas que ofrecer al mercado, sino trabajar sobre
aquellos elementos que son necesarios para maximizar los resultados. Si
conseguimos concebir una idea del todo nueva, pues bienvenido sea, pero esa no
debe ser la obsesión de un creador.
Muchos al referirle la necesidad de ser creativo, rápidamente se defienden diciendo que no tienen oportunidad para demostrar su valía. Es verdad, ¿cuántas veces se ha permitido a un pequeño empresario tomar la palabra en una conferencia sobre pequeños empresarios? ¿Cuántas veces se ha contado con los emprendedores para dictar las leyes de emprendimientos? Ninguna. He asistido a infinidad de charlas, coloquios, conferencias, donde se hablaba de mí y no he tenido la suerte de intervenir. Sin embargo, me he sentido obligado a escuchar a un sinfín de personajes públicos hablando de los problemas que afectan al sector de los emprendedores, pequeños empresarios, les he padecido con sus redacciones grandilocuentes elaborados por sus asesores, pero no he visto nunca a nadie conceder la palabra al principal afectado. Por lo tanto, no me cabe más que darles a esos movimientos poco valor como herramienta para avanzar.
Lo que realmente necesita un emprendedor es avanzar. Muchas veces buscamos un empujón demasiado grande para tomar la iniciativa y emprender algo nuevo con el que acudir al mercado. No siempre es necesaria tanta fuerza; con un movimiento mínimo se podría empezar una gran avalancha de recursos. Pensemos por un instante en una rueda en estado de reposo, y preguntémonos, ¿cuánta fuerza necesita para empezar a rodar? Y cuando empiece a moverse ¿cuánto espacio puede abarcar? La respuesta en sencilla. Con la mínima fuerza una rueda que está en contacto con el suelo puede empezar a rodar y una vez se pone en movimiento la propia inercia le ayudará a avanzar. Lógicamente, serán necesarias valoraciones complementarias, de argumentos razonables, que acompañen para evitar derrumbarse con los desequilibrios propios del avance, que garanticen mantener el rumbo deseado o que ayuden a sortear los posibles baches que puedan conducir al fracaso. Pero todo eso es ya una cuestión personal.
Muchos al referirle la necesidad de ser creativo, rápidamente se defienden diciendo que no tienen oportunidad para demostrar su valía. Es verdad, ¿cuántas veces se ha permitido a un pequeño empresario tomar la palabra en una conferencia sobre pequeños empresarios? ¿Cuántas veces se ha contado con los emprendedores para dictar las leyes de emprendimientos? Ninguna. He asistido a infinidad de charlas, coloquios, conferencias, donde se hablaba de mí y no he tenido la suerte de intervenir. Sin embargo, me he sentido obligado a escuchar a un sinfín de personajes públicos hablando de los problemas que afectan al sector de los emprendedores, pequeños empresarios, les he padecido con sus redacciones grandilocuentes elaborados por sus asesores, pero no he visto nunca a nadie conceder la palabra al principal afectado. Por lo tanto, no me cabe más que darles a esos movimientos poco valor como herramienta para avanzar.
Lo que realmente necesita un emprendedor es avanzar. Muchas veces buscamos un empujón demasiado grande para tomar la iniciativa y emprender algo nuevo con el que acudir al mercado. No siempre es necesaria tanta fuerza; con un movimiento mínimo se podría empezar una gran avalancha de recursos. Pensemos por un instante en una rueda en estado de reposo, y preguntémonos, ¿cuánta fuerza necesita para empezar a rodar? Y cuando empiece a moverse ¿cuánto espacio puede abarcar? La respuesta en sencilla. Con la mínima fuerza una rueda que está en contacto con el suelo puede empezar a rodar y una vez se pone en movimiento la propia inercia le ayudará a avanzar. Lógicamente, serán necesarias valoraciones complementarias, de argumentos razonables, que acompañen para evitar derrumbarse con los desequilibrios propios del avance, que garanticen mantener el rumbo deseado o que ayuden a sortear los posibles baches que puedan conducir al fracaso. Pero todo eso es ya una cuestión personal.
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