Autora: Irene Herrero Una colaboración para este blog
Érase una vez... un mundo
encantado llamado Imaginación. En él, existía un cielo con una luz tan
maravillosa y chispeante, que desbordaba sueños y belleza por doquier.
Un luminoso lugar en el que habitaban incontables mariposas que revoloteaban felices a la luz de aquel mágico y deslumbrante espectáculo.
Llegada la noche, dormían plácidamente soñando con volver a acariciar con sus frágiles y hermosas alas, el divino paraíso. Aquella increíble luz les otorgaba el don de la imaginación; y era tal su inventiva, que con sus vuelos coloreaban infinitas e innovadoras ideas para la evolución de todo su ecosistema.
Sin embargo, aquellas mariposas convivían con unas horripilantes criaturas cuya naturaleza les obligaba a reptar. Estos seres de la oscuridad las envidiaban tanto y su maldad era tal, que con alevosía y nocturnidad, decidieron atrapar a cientos de ellas en sus más oscuros escondrijos.
Querían robarles el don que el cielo les había otorgado; pero, no se habían percatado de que en el Mundo Imaginación existían unas criaturas deliciosas y muy emprendedoras, centinelas de la noche, llamadas luciérnagas que con su fosforescencia rescataron a las mariposas de aquellas profundas y putrefactas cloacas. ¡Eran cientos de miles! Tantas, que iluminaron aún más su vuelo y aquellos espantosos monstruos reptantes, se extinguieron devorados por sus propias sombras.
En el mundo de la imaginación, una sola idea encerrada, resulta muy peligrosa.
Y colorín colorado...
Un luminoso lugar en el que habitaban incontables mariposas que revoloteaban felices a la luz de aquel mágico y deslumbrante espectáculo.
Llegada la noche, dormían plácidamente soñando con volver a acariciar con sus frágiles y hermosas alas, el divino paraíso. Aquella increíble luz les otorgaba el don de la imaginación; y era tal su inventiva, que con sus vuelos coloreaban infinitas e innovadoras ideas para la evolución de todo su ecosistema.
Sin embargo, aquellas mariposas convivían con unas horripilantes criaturas cuya naturaleza les obligaba a reptar. Estos seres de la oscuridad las envidiaban tanto y su maldad era tal, que con alevosía y nocturnidad, decidieron atrapar a cientos de ellas en sus más oscuros escondrijos.
Querían robarles el don que el cielo les había otorgado; pero, no se habían percatado de que en el Mundo Imaginación existían unas criaturas deliciosas y muy emprendedoras, centinelas de la noche, llamadas luciérnagas que con su fosforescencia rescataron a las mariposas de aquellas profundas y putrefactas cloacas. ¡Eran cientos de miles! Tantas, que iluminaron aún más su vuelo y aquellos espantosos monstruos reptantes, se extinguieron devorados por sus propias sombras.
En el mundo de la imaginación, una sola idea encerrada, resulta muy peligrosa.
Y colorín colorado...
Esta es una colaboración para este blog. Por lo que extiendo mi agradecimiento a Irene por habernos enviado este trabajo.
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