La suerte no existe
Hay que poner algo más.
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@morguefile |
En este entorno de
capitalización de lo ajeno, donde cualquiera parece tener la potestad de
enjuiciar la actuación del semejante, hay una frase que surge a menudo como
barómetro final para expresar la conclusión del análisis, y esa suele ser:
“¡Qué suerte ha tenido!”, y suele referirse al éxito de la persona examinada. Sin embargo, debo decir con total claridad que la suerte no existe.
Mirado fríamente, esta actitud no se debe más que a la exteriorización de la
frustración propia por ver a los demás triunfar mientras se permanece en el anonimato
o en la pasividad. Al parecer es más fácil atribuir el éxito ajeno a la suerte que a la capacidad, el oportunismo, la creatividad, etc.
Por desgracia, estamos tan acostumbrados a quedar deslumbrados con el éxito ajeno, sobre todo con aquellos que llegan a la cima empujados por las más insignificantes estratetegias o por el pader de algún padrino influyente o por un empujón económico de terceros, que no paramos a mirar lo que nosotros mismos podemos poner en el camino del éxito. Digan lo que digan, nuestra aportación es la más importante.
Por todo esto, debo
decir que la suerte no existe. Al menos no en el sentido que le solemos dar muy
a menudo, cuando se la asocia a un accidente del destino que otorga el triunfo
a alguien, en lugar de valorarla desde la voluntad de triunfar. La suerte no es
una energía que está flotando en el aire esperando ser acogida por alguien. Si
una persona no expone algo más que la propia espera a que la suerte le toque, nunca tendrá suerte. Es decir,
para conseguir algo se debe aportar algo.
Si quieres tener suerte en algo,
debes predisponer algo hacia ese objetivo y al final lo conseguirás, entonces
podrás decir que ha sido la suerte, el destino o lo que sea, pero nunca debes
olvidar que antes, que al principio de la acción, has tenido que poner de tu
parte un elemento complementario para perseguir el objetivo.
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