Si las cosas se tuercen, todos se desentienden.
@morguefile |
Si eso ocurre, el empresario debe asumir los problemas en solitario. Deja de dormir, sus horas de descanso se transforman en pesadillas, salta del sueño en mitad de la noche y en lo único que piensa es en el problema, en las personas con las que debe cumplir. Si se deja llevar por la ansiedad, los fines de semanas se reproducen el nerviosismo y el desasosiego; ya está cerca el lunes, cuando debe someterse de nuevo a todo lo que ha venido padeciendo.
El compromiso con el semejante, los empleados, suele
ser el más difícil de sortear. En el momento de cerrar la empresa por motivos
económicos, los trabajadores también sufren las consecuencias de la decisión. Cada
cual lo asume a su manera, con resignación, con impotencia, con violencia,
unos pocos. ¿Cuántas veces no se habrá visto la impotencia del empresario al
estar siendo agredido por sus ex empleados y no poder tomar medidas? Algunos
buscan la peor manera para ofender al negocio, recurren a la difamación, las
mentiras, los malos modos, y pocas veces se puede hacer algo para remediarlo.
Para sortear este momento de dificultad, siempre
tengo presente tres elementos muy importantes:
- Estar en paz
con uno mismo. Es complicado conseguirlo cuando se asumen los compromisos
empresariales como personal. Al hacerlo es muy habitual encontrarse con la
falsa idea de que uno no vale para nada, que todo ha sido consecuencia de la
propia ineptitud. Estas son las primeras cosas a franquear; se debe recuperar la
autoestima y reconocer las virtudes personales. El propio hecho de haber puesto
en marcha una iniciativa comercial es una señal de fortaleza, verlo como un
valor ayuda a anteponer lo positivo a lo negativo.
- No asumir
los compromisos corporativos como algo personal. Nunca se debe perder de
vista que todos los compromisos asumidos a nombre de la empresa es una obligación
corporativa. Es verdad que alguien responsable suele buscar un refugio en su
honestidad para comprometerse con las obligaciones, pero no se puede asumir la carga
corporativa como algo personal, porque eso acaba sumiendo a la persona en un
estado depresivo innecesario.
- Confiar
en la honestidad de las acciones. Está demostrado que nadie, en su sano juicio, crea
los problemas voluntariamente. Por lo tanto, haber llegado a donde se ha
llegado sólo debe considerarse como una consecuencia lógica del mercado o de la
incapacidad del negocio para sobrevivir a sus costes. Eso se consigue estando
seguro de que nada de lo ocurrido se debe a un acto deliberado de la persona.
Si se logra analizar el problema desde este punto de
vista, es un buen comienzo para superarlo sin sufrir ninguna consecuencia
psicológica.
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