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A partir de ese momento empecé a buscar hechos y
realidades que justificasen esta frase tan rotunda para los ciudadanos que, inevitablemente,
son los financiadores de todo el sistema sanitario, educativo, sociales, etc.,
de este país.
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A continuación presento algunos hechos que hablan
por sí sólo sobre el entramado de este laberinto de la privatización y
justifica ampliamente la frase pronunciada, con profunda impotencia, por el
profesional médico respecto a las actuaciones de las administraciones públicas.
Alicante. En el hospital general,
un centro de referencia para más de 1.900.000 personas, según las enfermeras de
Neumología, algunos días el servicio del centro sólo les proporciona 10 juegos
de cama para 30 pacientes, lo que obliga a sortear quiénes se benefician de
este servicio y quiénes no. Al parecer, en este hospital faltan mantas,
almohadas, sábanas, pijamas, etc. Además, en el año 2009 contaba con 10
lavanderas y costureras, para pasar a tener 5 en la actualidad, para las cuatro
toneladas de sábanas que se mueven a diario, para más de 800 camas.
Valladolid. En el servicio de
diálisis del hospital Clínico de Valladolid, por lo visto, se llegó al extremo
de asistir a la solicitud del propio centro a que los pacientes trajeran de sus
casas la almohada, algo que sólo se rectificó cuando la noticia saltó a las
redes sociales.
Cáceres. En el Hospital San Pedro
de Alcántara, la extrema situación de algunos días origina la falta de
cubiertos para los enfermos, lo que obliga a comer la sopa con cucharillas de
postre de material desechable. A esto debe añadirse la continua falta tazas de
desayuno o material de limpieza en las cocinas.
Girona. En el Hospital Josep
Trueta de Girona, desde hace más de un año lo enfermos no reciben el refrigerio
que les suministraba el hospital para aguantar entre la cena, que se sirve
alrededor de las siete de la tarde, y el desayuno, a las ocho de la mañana del día
siguiente.
Madrid. Los recortes en el área
de sanidad lleva directamente a la privatización de los servicios, como
demuestra lo sucedido en la Comunidad de Madrid, donde se adjudicó hace unos
meses el servicio de lavandería de ropa hospitalaria, un servicio del que se
benefician 19 hospitales públicos de la región, por 46 millones de euros, con
la excusa de ahorrarse más de 36 millones de euros. Sin embargo, para desgracia
de los trabajadores, se pasó por alto la reducción del sueldo medio de 1100 a 660
euros.
A todos estos casos, que traerlos aquí
detalladamente resulta imposible, debe añadirse las comunidades autónomas que
han cerrado los centros de salud por las tardes, o el paulatino deterioro de la
calidad de los materiales, el empeoramiento del servicio de limpieza, el
abaratamiento de la lavandería, etc.
En una charla sobre la
privatización a la que asistí hace dos semanas, el disertante nos advertía de
que no están todos limpios en este tema. Como muestra nos trajo lo ocurrido en
la reunión del grupo de médicos, quiénes debían decidir el rumbo de su
participación en este desbarajuste. Como discurso de cierre, el médico responsable
de la convocatoria, dijo: “no podemos
permitir que esto siga así, porque nos van a convertir en obreros”. Esta
afirmación nos horrorizó a todos, porque demuestra que algunos profesionales no
luchan para ofrecer el mejor servicio a los ciudadanos de a pie, sino para
conservar sus privilegios y seguir gozando de los mismos recursos, en claro
detrimento de sus pacientes más necesitados.
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Fuente: casmadrid
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