@morguefile |
En estos días, buscando contenido para mi artículo, motivado
por el día internacional de la mujer, me encontré con algo que concitó toda mi
atención. Un reputado periodista escribía sobre el papel de la mujer en la sociedad,
y relataba su estupor al comprobar que muchas feministas sostenían que la mujer también era un ser humano, como
si en algún momento estuviese eso en duda. Lo humano de ser
mujer es de lo que tantos se benefician.
A mi entender, mirar desde esa perspectiva determina
la exclusión de las mujeres de los principales movimientos sociales o
empresariales, justo en los días donde todo el mundo habla de paridad de género
o del derecho de la mujer en la sociedad actual.
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De vuelta a casa asistí a un debate político y luego
a otro sobre la crisis económica, y comprendí el sentido de aquella definición
y me surgieron varias preguntas, entre ellas: ¿por qué son siempre hombres
quienes hablan de ciertos temas? O mejor dicho, ¿por qué se da tan poca
cobertura a las mujeres especialistas? Que las hay, en el campo de la ciencia,
la economía, la política o en cualquier otro ámbito. Pero apenas son invitadas
a opinar. Sin embargo, asistimos hasta el hartazgo al circo de los análisis de personajes
masculinos de siempre, pasados ya de rosca y de nula credibilidad social o
política.
Por desgracia, es frecuente encontrarse con situaciones donde se cataloga el logro de una mujer como una casualidad, como un evento extraordinario, cuando en realidad no es más que un hecho cotidiano como cualquier otro.
Pero si miramos en otra dirección, podemos ver esto:
Por desgracia, es frecuente encontrarse con situaciones donde se cataloga el logro de una mujer como una casualidad, como un evento extraordinario, cuando en realidad no es más que un hecho cotidiano como cualquier otro.
Pero si miramos en otra dirección, podemos ver esto:
En el
colegio donde llevo a mis hijos, en una de las alas del centro donde forman
filas los estudiantes por las mañanas, de los seis grupos todas las tutoras son
mujeres.
En el centro asistencial donde acudo de vez en cuando, del equipo de voluntarios y de atención al público, sólo uno es hombre, el resto son todas mujeres.
De la comunidad de vecinos donde vivo, más del 70% de las familias están actualmente sostenidas por las mujeres.
En las universidades hay más estudiantes femeninos que masculinos y si consultamos datos referentes a otros países, la señal es aún más clara. Asimismo, si buscamos artículos especializados publicados en los medios, es fácil comprobar que son más las mujeres que hablan de ciencia, investigación, etc., pero pocas de ellas tienen relevancia pública.
Algunos países, especialmente de América Latina, actualmente están gobernados por mujeres.
En el centro asistencial donde acudo de vez en cuando, del equipo de voluntarios y de atención al público, sólo uno es hombre, el resto son todas mujeres.
De la comunidad de vecinos donde vivo, más del 70% de las familias están actualmente sostenidas por las mujeres.
En las universidades hay más estudiantes femeninos que masculinos y si consultamos datos referentes a otros países, la señal es aún más clara. Asimismo, si buscamos artículos especializados publicados en los medios, es fácil comprobar que son más las mujeres que hablan de ciencia, investigación, etc., pero pocas de ellas tienen relevancia pública.
Algunos países, especialmente de América Latina, actualmente están gobernados por mujeres.
Por lo tanto, no me atrevería a considerar los
logros de las mujeres como una casualidad, y hasta que no seamos capaces de
entender que el género es sólo un trámite, no vale de nada tantas celebraciones
o discursos grandilocuentes, porque siempre estaremos tentados a considerar
mejor a los hombres.
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