Mantenerse arriba es tan complicado como subir hasta allí.
@morguefile |
¿Cuánto aguanta un éxito sin control? Hemos visto y
oído casi de todo sobre estrategias, trucos, oportunidades para llegar
al éxito, pero no abundan los argumentos sobre el peligro de gestionarlo
erróneamente. Muchos emprendedores han subido como una espuma hasta la cima
para luego despeñarse y acabar desapareciendo sin dejar rastro del sector donde
se habían convertido en el paradigma de la notoriedad, sin siquiera darse
cuenta de su incapacidad para gestionar el éxito.
Por desgracia, es mucho más complicado y arduo el proceso de subida que el de bajada. Cuando la corriente del éxito empuja, todo es fabuloso, las puertas están todas abiertas reclamando el paso del triunfador. Lo malo es que se dilapida el tiempo y capital en tejer relaciones que no tienen fundamentos ni perduran en el tiempo. El éxito tiene un efecto alucinógeno que engaña a la mente y le describe una realidad festiva, dándole un falso carácter de perpetuidad. Si no se supera esa fase, si no se vuelve a la realidad y se calcula las posibles consecuencias de gastar recursos en sectores o actividades que no tienen nada que ver con el propio negocio, la posibilidad de padecer la caída está sumamente cerca.
Por desgracia, es mucho más complicado y arduo el proceso de subida que el de bajada. Cuando la corriente del éxito empuja, todo es fabuloso, las puertas están todas abiertas reclamando el paso del triunfador. Lo malo es que se dilapida el tiempo y capital en tejer relaciones que no tienen fundamentos ni perduran en el tiempo. El éxito tiene un efecto alucinógeno que engaña a la mente y le describe una realidad festiva, dándole un falso carácter de perpetuidad. Si no se supera esa fase, si no se vuelve a la realidad y se calcula las posibles consecuencias de gastar recursos en sectores o actividades que no tienen nada que ver con el propio negocio, la posibilidad de padecer la caída está sumamente cerca.
Es tan malo no saber gestionar los recursos para triunfar como administrar mal la euforia. “Ya no podremos estar en el nivel que hemos estado hasta hace poco”, me dijo mi socia cuando pedimos el concurso de acreedores de una de nuestras empresas. Fueron palabras profundas. El vacío posterior muy grande, con todos los recursos hipotecados, el ritmo de vida de entonces fuera del alcance, los proyectos detenidos repentinamente. Incluso las ideas que estaban a punto de materializarse se fueron apagando bajo le tensión de la pérdida.
Enlaces relacionados
- Primer paso hacia el éxito - Segundo paso hacia el éxito - Tercer paso hacia el éxito - Cuarto paso hacia el éxito - Quinto paso hacia el éxito |
Sin embargo, todas las vivencias dejaban un montón
de aprendizaje. De esa situación extraje la lección de reinventarme como
empresario, buscar con rapidez caminos alternativos que me llevaran a sectores
diferentes a los acostumbrados. Así fue como de inmediato creamos otra empresa con
un perfil distinto al que habíamos alentado hasta ese momento y, paralelamente
al desmantelamiento de una gran iniciativa hacíamos crecer la otra. No era
necesario ser un iluminado para llevar a cabo aquella maniobra, simplemente
recurrir a los conocimientos y la experiencia adquirida y tener voluntad de
sobrevivir a la catástrofe; porque la destrucción de cualquier iniciativa
siempre es una catástrofe para la persona.
“Cuánto
durará esta crisis”, me preguntó un amigo empresario no hace mucho, “porque ya estoy perdiendo todo, no puedo mantener ni el medio de
transporte”, lo cual era una amenaza directa a su supervivencia, porque su
empresa actuaba en el sector de la logística y del transporte marítimo. “Dijeron que la crisis ya se estaba
acabando”, concluyó, con una mirada de sorpresa, consciente de que el
último coletazo de la crisis le llevaría por delante. Lo que entendimos en ese
momento fue que de esta situación económica saldrán vivos sólo aquellos que sepan
reinventarse y aguantar, esos son los que podrán mantener sus negocios al
finalizar este largo retroceso económico. El resto, por desgracia, sólo
están abocados a cubrir deudas. ¿Por qué?, por más que duela
reconocerlo, muchos lo harán por no tener la capacidad de administrar la bonanza en tiempos de prosperidad.
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