Dependiendo de la edad entras o no en el mercado.
@morguefile |
“Eres
demasiado joven para esto”, recuerdo las palabras de un jefe de área que
declinó ponerme al frente de una iniciativa cuyo manejo conocía a la perfección. Pues la edad sí importa.
Había superado ampliamente los 18 años, cuando el Estatuto de los Trabajadores fijaba
la franja de edad para empezar a trabajar en los 16 años. En esta sociedad la
edad adquiere una significación variable según para qué, no tiene el mismo
valor para trabajar que para relacionarse, para emanciparse
que para tener relaciones
sexuales.
¿Cuántos años debe tener alguien para, por ejemplo, crear una empresa? Yo empecé un emprendimiento informal a los 9 años. No era gran cosa, se trataba de recoger botellas de cristal en el vecindario, lavarlas y volverlas a vender a las embotelladoras de bebidas. Bien es cierto que se trataba de una iniciativa informal, sin ninguna estrategia ni posibilidad de penetración en el mercado, pero me enseñó entonces varias cosas, entre ellas una de la más importantes: la edad no es un límite cuando existe voluntad e inventiva. Por desgracia, sobrevivir en una sociedad super especializada requiere más formalidad que una propuesta de andar por casa.
¿Cuántos años debe tener alguien para, por ejemplo, crear una empresa? Yo empecé un emprendimiento informal a los 9 años. No era gran cosa, se trataba de recoger botellas de cristal en el vecindario, lavarlas y volverlas a vender a las embotelladoras de bebidas. Bien es cierto que se trataba de una iniciativa informal, sin ninguna estrategia ni posibilidad de penetración en el mercado, pero me enseñó entonces varias cosas, entre ellas una de la más importantes: la edad no es un límite cuando existe voluntad e inventiva. Por desgracia, sobrevivir en una sociedad super especializada requiere más formalidad que una propuesta de andar por casa.
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Así pues, en el mercado formal la edad lo define
todo. Años después de aquel rechazo por precocidad para postularme a encargado, hace poco alguien me dijo: “Ya eres mayor para eso, buscamos alguien más
joven”. Había recorrido el camino de vuelta con el mismo resultado. Esto me
hizo ver que la edad es el único factor que elimina el valor de la experiencia
o los
conocimientos. Y, lo peor de todo, se calcula a simple vista; los
responsables de recursos humanos determinan la validez de un candidato a la
oferta de trabajo con sólo mirarle un instante. Ese es el instante crucial para
una persona mayor de 40 años o, actualmente incluso de 35 años. Sin lugar a
dudas, lo peor de la crisis es que ha bajado la franja de edad convalidada para
trabajar, de los 50 años a casi los 35. Una vez superada esta barrera se reduce
drásticamente las posibilidades de incorporarse al mercado laboral.
Por lo tanto ser joven es una barrera tanto como ser mayor de cierta edad. Hace aproximadamente un mes leía unos datos, a simple vista preocupantes. Revelaban que más del 62% de los jóvenes españoles, cerca de 2.800.000 personas, eran económicamente inactivos. Ni siquiera los datos que se publican a menudo saben desarrollar un cálculo real de la franja de edad válida para el trabajo, sobre todo para incorporarse al mercado laboral. En ese porcentaje de jóvenes que están en el paro se incluían a los que no podían hacerlo por motivos de estudios, responsabilidades familiares o discapacidad. Lo único que se tomaba en cuenta era la edad, de 16 a 24 años. ¿Es o no importante, entonces, la edad? Si socialmente todo se traduce en componer un mapa de validez traduciendo la edad de las personas, simplemente con mirarlas, es fácil interpretar que cuando se llega a cierta barrera todo se complica y desparecen la trayectoria, los conocimientos, las habilidades… sólo vale la edad. Y esto es trasladable a cualquier ámbito de la vida, sentimental, intelectual, profesional. No se si tengo razón, casi prefiero no tenerla, pero llegar a cierta edad es crucial para una persona, porque la visión de los demás hacia ella puede decidir si le otorga la oportunidad o no.
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