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1. Se convence si se está convencido. Hemos hablado bastante del error de
emprender una actividad sin estar convencido de su naturaleza, porque la probabilidad
de no conseguir el triunfo aumenta. En esas condiciones es muy difícil tener la
predisposición de integrarse en la propuesta y nunca se decidirá aportar toda la
fuerza para empujarla hacia el objetivo. La barrera que lo impide es la falta
de confianza en el valor de lo que se emprende. Es como un trabajador que no
comparte la filosofía de la empresa que le paga, apenas pondrá atención al
desarrollo de sus tareas. Se convierte en una máquina que ambiciona sin más
llegar a final de mes y recibir sus honorarios.
2. Se defiende mejor lo que se desea. Sin embargo, cuando se emprende una carrera con el deseo de llegar el primero, es probable que si no se consigue se muera en el intento. Es tan intenso el placer de conseguirlo que no existe nada capaz de reemplazarlo. Es como conquistar a la persona amada, a pesar de ser la estación final del objetivo, a partir de conseguirlo sólo se puede crecer con ella, y quien lo hace ofrece hasta la última gota de su voluntad por conservarlo.
2. Se defiende mejor lo que se desea. Sin embargo, cuando se emprende una carrera con el deseo de llegar el primero, es probable que si no se consigue se muera en el intento. Es tan intenso el placer de conseguirlo que no existe nada capaz de reemplazarlo. Es como conquistar a la persona amada, a pesar de ser la estación final del objetivo, a partir de conseguirlo sólo se puede crecer con ella, y quien lo hace ofrece hasta la última gota de su voluntad por conservarlo.
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3. No se consigue nada con desear desde la pasividad. También debemos referirnos a la voluntad pasiva de buscar el objetivo. Muchas personas se entregan a la derrota incluso antes de plantearse la batalla; ven tan lejana la posibilidad de éxito que prefieren aguardar en lugar de ir a buscarla. Siempre me he preguntado cuál sería el objetivo de, por ejemplo, aquellas personas que han pasado, pasan o pasarán sin dejar sus huellas en esta vida. Veo tan mezquino no plantearse prosperar, abandonarse al paso del tiempo hasta la muerte. Me abruma el sólo pensarlo. Nadie puede conseguir nada desde la pasividad. Es completamente inútil proponerse un objetivo si se renuncia a la posibilidad de perseguirlo hasta la extenuación.
Analizar estos puntos que hemos visto y no
acompañarlo de otros elementos como la buena presentación, conocimiento del
medio, coherencia en el planteamiento, tampoco servirá para convencer a nadie.
Es obligatorio, una vez conseguido reunir todos los elementos que conformarán
nuestro mapa de recursos, definir el resultado que esperamos conseguir,
concentrarse en su fundamento y buscar la mejor manera de llegar a ello.
Seguramente esa búsqueda no se alejará demasiado de lo que ya hemos hablado
muchas veces: la fortaleza de uno mismo, las habilidades, los conocimientos, la
predisposición a triunfar. Y, por encima de todos estos factores está el
traslucir naturalmente las virtudes, no buscar condicionar a nadie con palabras
vacías. Todo el mundo sabrá lo que se puede ofrecer simplemente con mirar nuestra
apariencia, física, mental, espiritual, profesional.
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