@morguefile |
Al tomar una decisión se está marcando un camino que
se debe seguir hasta el final. Es el mejor método de alcanzar el objetivo. Esa madurez
directiva se obtiene diferenciando las prioridades, y una de ellas consiste en escoger
entre amigos o negocio. En el momento de poner en marcha una empresa
pequeña, y en la búsqueda de una gestión más cómoda, es frecuente requerir,
para formar el equipo de trabajo, a quienes se encuentran en el anillo
inmediato del ámbito familiar, es decir: los
amigos. Sin embargo, no siempre resulta efectivo recurrir a ese engañoso ejercicio
de simplificación.
Proponer un ambiente sano donde crecen los recursos
y los dividendos, no es tan sencillo. Para lograrlo hay que demostrar a los
empleados, amigos incluidos, que la estructura del negocio necesita cambiar
continuamente, y que quienes no se adaptan a esos cambios quedarán relegados en
el desarrollo corporativo. Esto significa que nadie podrá ampararse en la
amistad con el empresario para actuar fuera de las normas establecidas.
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El resultado positivo de una propuesta comercial
está directamente relacionado con la buena gestión, con profundizar en la
interpretación de la responsabilidad global de todas las áreas. La diligencia
saludable amplía esa profundidad, tanto para transmitir la ecuanimidad salarial
como para asimilar los cambios. Esa debe ser la mejor arma, y un empresario nunca
debería renunciar a aprovecharla.
La inestabilidad interna de una empresa pequeña se convierte en un factor de desintegración si no se toman las medidas adecuadas, por lo que la relación entre el empresario y sus amigos empleados debe transcurrir en el estricto ámbito laboral. Y si se toma la decisión de prescindir de ellos para mejorar las prestaciones, nunca se debe dudar en hacerlo, a pesar de que, con toda seguridad, se romperá la amistad.
Los abusos disfrazados de solidaridad son frecuentes cuando un amigo se arroga prerrogativas que no tienen nada que ver con su compromiso y las asume como una muestra de fidelidad corporativa. Este tipo de personas nunca admite que estar en la empresa le obliga a cumplir como cualquier otro trabajador. Si al final se ejecuta su despido por la desviación de competencia, la persona se indigna por la supuesta ingratitud de su amigo, a quien sólo intentaba hacer un favor, para que la empresa no fracase.
Aprovecharse de la amistad para utilizar las herramientas corporativas en beneficio propio, suele ser muy habitual cuando los roles no son bien definidos. La contratación de un amigo para un puesto laboral nunca debe interpretarse como una señal de autonomía o como un privilegio que le deja fuera de la responsabilidad laboral.
En cualquier caso, el despido suele ser traumático si el trabajador está unido a la empresa a través de la amistad con el empresario. Le cuesta asumir que es otro el escogido para permanecer en la empresa, en detrimento de sus privilegios y de la amistad.
Seguir a @RoberttiGamarra
La inestabilidad interna de una empresa pequeña se convierte en un factor de desintegración si no se toman las medidas adecuadas, por lo que la relación entre el empresario y sus amigos empleados debe transcurrir en el estricto ámbito laboral. Y si se toma la decisión de prescindir de ellos para mejorar las prestaciones, nunca se debe dudar en hacerlo, a pesar de que, con toda seguridad, se romperá la amistad.
Los abusos disfrazados de solidaridad son frecuentes cuando un amigo se arroga prerrogativas que no tienen nada que ver con su compromiso y las asume como una muestra de fidelidad corporativa. Este tipo de personas nunca admite que estar en la empresa le obliga a cumplir como cualquier otro trabajador. Si al final se ejecuta su despido por la desviación de competencia, la persona se indigna por la supuesta ingratitud de su amigo, a quien sólo intentaba hacer un favor, para que la empresa no fracase.
Aprovecharse de la amistad para utilizar las herramientas corporativas en beneficio propio, suele ser muy habitual cuando los roles no son bien definidos. La contratación de un amigo para un puesto laboral nunca debe interpretarse como una señal de autonomía o como un privilegio que le deja fuera de la responsabilidad laboral.
En cualquier caso, el despido suele ser traumático si el trabajador está unido a la empresa a través de la amistad con el empresario. Le cuesta asumir que es otro el escogido para permanecer en la empresa, en detrimento de sus privilegios y de la amistad.
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