@morguefile |
Hace pocos días, alguien discrepó encendidamente conmigo porque, en uno de mis artículos, afirmé que no todos valen para emprender. El lector argumentaba que muchos empresarios han triunfado desde la nada. Naturalmente, en cualquier ámbito de la vida existen asimetrías, pero, a pesar de ser absolutamente impopular decirlo, no todo el mundo vale para emprender, y las pequeñas excepciones no sirven como paradigmas.
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Ciertamente está mejor visto el optimismo, pero no
por serlo más se conseguirá mejores resultados. En cambio, presentar con
descuido esa ilusión, incidir demasiado en la facilidad para llevarla a cabo,
puede originar derivaciones ruinosas. Poner de ejemplo a quienes han triunfado
de la nada, es limitar el análisis, porque también se podría mentar a aquellos
que lo tenían todo, recursos económicos, soportes administrativos, apoyos
institucionales y, aún así, han fracasado estrepitosamente. No se puede utilizar
el éxito de unos pocos para negar la realidad: emprender es sumamente difícil, y si está mal planteado, como
ocurre en infinidad de casos, encapricharse por mantenerse en pie puede llevar
a la ruina, a la pobreza absoluta.
Por otro lado, el éxito de las empresas de pequeña envergadura no ofrece parámetros para reproducir el proceso, a causa de estructurarse en lógicas y recursos improvisados, imposibles de cuantificar numéricamente. La notoriedad obtenida a partir de grandes recursos, tampoco proporciona informes aprovechables, por lo cual, en cualquiera de los casos, por más que se insista es casi imposible alcanzar los mismos resultados.
La experiencia y los conocimientos son capitales en la gestión de un negocio pequeño, donde son fundamentales las decisiones empresariales, de las que depende sobrevivir o morir. Por ello, al acometer estos cambios, es importante conocerlos y estar al día de las nuevas tendencias y de las ofertas, para que la inversión alcance el resultado adecuado.
Muchos sostienen que sin tener ningún conocimiento también se puede triunfar en los negocios. Cierto, pero las dificultades se recrudecen a la hora de optar por modelos empresariales más actuales o de asumir nuevos sistemas de gestión, cuando un empresario no posee la experiencia o el conocimiento adecuado, lo cual dificulta la supervivencia. Por otro lado, es importante actualizarse, con el fin de fidelizar la red de clientes, ponderar los trabajadores más cualificados, o los proveedores más beneficiosos. Por todo ello, existe una necesidad inevitable de gestionar bien el negocio.
También se necesitan conocimientos y experiencia para responder adecuadamente a la demanda. La evolución del mercado y del ecosistema empresarial, ha formado dos grupos de iniciativas. Unas se alimentan de grandes soportes y otras sobreviven con pequeñas estructuras. ¿En cuál de ellas es más crucial el conocimiento o la experiencia? Casi siempre a las pequeñas estructuras les cuesta sobrevivir, pero la transformación del mercado y de los hábitos de consumo, ha propiciado que las grandes estructuras desaparezcan o se fusionen, mientras las pequeñas empresas han ido evolucionando y su capacidad para sobrevivir les ha proporcionado aguante, hasta convertirse en las principales alternativas del mercado. ¿Qué papel juega aquí la persona que las gestiona? Todo.
Hay empresas que deben su existencia a la evolución del propio mercado. Son iniciativas que han estado prácticamente muertas al no poder adaptarse a las nuevas tecnologías. Sin embargo, al descubrirse que estos cambios suponen un aumento sustancial del coste, estas empresas vuelven a respirar, ayudadas por su bajo coste estructural. Para llegar a este punto, es preciso sobrevivir el tiempo suficiente, y para sobrevivir es necesario manejar bien las estrategias de gestión y poseer amplios recursos humanos: conocimiento y experiencia.
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Por otro lado, el éxito de las empresas de pequeña envergadura no ofrece parámetros para reproducir el proceso, a causa de estructurarse en lógicas y recursos improvisados, imposibles de cuantificar numéricamente. La notoriedad obtenida a partir de grandes recursos, tampoco proporciona informes aprovechables, por lo cual, en cualquiera de los casos, por más que se insista es casi imposible alcanzar los mismos resultados.
La experiencia y los conocimientos son capitales en la gestión de un negocio pequeño, donde son fundamentales las decisiones empresariales, de las que depende sobrevivir o morir. Por ello, al acometer estos cambios, es importante conocerlos y estar al día de las nuevas tendencias y de las ofertas, para que la inversión alcance el resultado adecuado.
Muchos sostienen que sin tener ningún conocimiento también se puede triunfar en los negocios. Cierto, pero las dificultades se recrudecen a la hora de optar por modelos empresariales más actuales o de asumir nuevos sistemas de gestión, cuando un empresario no posee la experiencia o el conocimiento adecuado, lo cual dificulta la supervivencia. Por otro lado, es importante actualizarse, con el fin de fidelizar la red de clientes, ponderar los trabajadores más cualificados, o los proveedores más beneficiosos. Por todo ello, existe una necesidad inevitable de gestionar bien el negocio.
También se necesitan conocimientos y experiencia para responder adecuadamente a la demanda. La evolución del mercado y del ecosistema empresarial, ha formado dos grupos de iniciativas. Unas se alimentan de grandes soportes y otras sobreviven con pequeñas estructuras. ¿En cuál de ellas es más crucial el conocimiento o la experiencia? Casi siempre a las pequeñas estructuras les cuesta sobrevivir, pero la transformación del mercado y de los hábitos de consumo, ha propiciado que las grandes estructuras desaparezcan o se fusionen, mientras las pequeñas empresas han ido evolucionando y su capacidad para sobrevivir les ha proporcionado aguante, hasta convertirse en las principales alternativas del mercado. ¿Qué papel juega aquí la persona que las gestiona? Todo.
Hay empresas que deben su existencia a la evolución del propio mercado. Son iniciativas que han estado prácticamente muertas al no poder adaptarse a las nuevas tecnologías. Sin embargo, al descubrirse que estos cambios suponen un aumento sustancial del coste, estas empresas vuelven a respirar, ayudadas por su bajo coste estructural. Para llegar a este punto, es preciso sobrevivir el tiempo suficiente, y para sobrevivir es necesario manejar bien las estrategias de gestión y poseer amplios recursos humanos: conocimiento y experiencia.
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