@morguefile |
¿Cuánto espíritu emprendedor llevamos dentro? Si
empleamos esta palabra a nivel global, aplicándola a cualquier ámbito de la
vida, diríamos que todos emprendemos en cualquier momento y en cualquier lugar,
porque promovemos pequeñas acciones que nos ayudan a sobrevivir, a
relacionarnos o a conocer nuevos lugares. Sin embargo, si la designamos al
ámbito empresarial, podríamos concluir que la cultura de la comodidad y el
exceso legal o los niveles impositivos, han retraído bastante a los más
creativos, convirtiendo cualquier posibilidad de acción en un riesgo aparente,
poniendo en entredicho cuán
emprendedores somos.
Según los últimos informes, en Europa se emprende
mucho menos que en los países emergentes o en EEUU. No obstante, esta realidad
no está diseñada por voluntad de los emprendedores, sino, mayoritariamente, por
estrategias políticas poco identificadas con las demandas sociales. Al abordar
el ámbito empresarial, las pequeñas empresas y los autónomos, se constata una
viva sensación de que las políticas de los gobiernos, con independencia de su
zona de influencia, se empecinan bastante en obstaculizar las pequeñas
iniciativas o los emprendimientos unipersonales, asumiendo el saneamiento
económico a través de normativas o gravámenes
que están, muchas veces, bastante alejadas de la realidad de los emprendedores.
Enlaces relacionados
- No todos valen para emprender - Emprender para el éxito - Imitar a otros emprendedores - Si emprendes, no te encomiendes a la suerte |
Por estas razones, podemos decir que las pymes son
penalizadas por las administraciones públicas, ya que se les gravan impuestos antes
incluso de comenzar su actividad. En España es imperativo que el autónomo abone
su cuota desde el día que formaliza el alta, sin tener en cuenta si realiza o
no algún trabajo. Es decir, está obligado ante la administración por acciones
que ni siquiera supone ingreso alguno.
Para plantear una solución al problema de la financiación
de las pequeñas empresas, hay que transformar las intenciones, lo cual supone
luchar por conseguir que los propósitos de las propias empresas y de los
financiadores caminen por un sendero común. Esto podría producirse con lo
siguiente:
a. Pagando los impuestos desde el momento que se
recupera la inversión inicial, lo cual permitiría acumular recursos para
afrontar los gastos legales, ya que con el actual sistema, si los retrasos son
reiterados, la administración pública embarga inmediatamente los ingresos,
imposibilitando la capitalización de los recursos en las pequeñas empresas o en
la cuenta del autónomo.
b. Concediendo a los autónomos o pequeños empresarios, financiación con menor cargo de interés y sobre todo, con una exigencia administrativa más acorde a la realidad de las pymes. Actualmente todo el mundo habla de la necesidad de disponer fondos para las pequeñas empresas, pero por otro lado, las exigencias a la banca para el capital prestado a las pymes se ha elevado sustancialmente, lo que imposibilita la articulación de un sistema de financiación real.
c. Ayudando a las pequeñas empresas a establecer un control más planificado de sus movimientos monetarios. Este control contable ampliaría su fiabilidad a la hora de acudir en busca de las ayudas oficiales o de préstamo en los bancos, permitiéndoles mayores posibilidades de financiación.
d. Formalizando actividades más abiertas al mercado, de parte de los emprendedores. Este tipo de propuestas asumirían mejor los cambios económicos, cada vez más frecuentes, y tendrían capacidad para adaptarse a las tendencias del consumo, que son dinámicos y cambiantes. Lo que es lo mismo, las propuestas deben estar preparadas para modificar su estrategia rápidamente, asumiendo la demanda de los consumidores al instante y cambiando su sistema de relacionarse con ellos, sin ningún trauma.
b. Concediendo a los autónomos o pequeños empresarios, financiación con menor cargo de interés y sobre todo, con una exigencia administrativa más acorde a la realidad de las pymes. Actualmente todo el mundo habla de la necesidad de disponer fondos para las pequeñas empresas, pero por otro lado, las exigencias a la banca para el capital prestado a las pymes se ha elevado sustancialmente, lo que imposibilita la articulación de un sistema de financiación real.
c. Ayudando a las pequeñas empresas a establecer un control más planificado de sus movimientos monetarios. Este control contable ampliaría su fiabilidad a la hora de acudir en busca de las ayudas oficiales o de préstamo en los bancos, permitiéndoles mayores posibilidades de financiación.
d. Formalizando actividades más abiertas al mercado, de parte de los emprendedores. Este tipo de propuestas asumirían mejor los cambios económicos, cada vez más frecuentes, y tendrían capacidad para adaptarse a las tendencias del consumo, que son dinámicos y cambiantes. Lo que es lo mismo, las propuestas deben estar preparadas para modificar su estrategia rápidamente, asumiendo la demanda de los consumidores al instante y cambiando su sistema de relacionarse con ellos, sin ningún trauma.
Por de pronto, estos puntos podrían empezar a
avivar las nuevas iniciativas. Aunque muchos dirán que es hablar por hablar,
porque la realidad es completamente diferente a lo que planteamos. Tampoco se
le puede negar razón a quienes observan con pesimismo la situación de los
emprendedores, pero al menos siempre cabe decir lo que nos gustaría tener, de lo
contrario nadie lo sabría.
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