Es innegable que el mundo de las empresas está
cambiando hoy en día, empezando por la forma de financiarse hasta llegar a las
estrategias de gestión del capital humano. En la línea de este cambio
generacional nos encontramos que la dificultad de financiación ha redirigido el
foco de inversión hacia los recursos propios de una marca o de una empresa,
erigiéndose en gran beneficiado el capital interno, que se convierte en el
mejor medio para expandir la imagen corporativa, por lo que el valor de los
empleados sube exponencialmente.
Crear un equipo de trabajo que confíe en la marca a
la que deben sus servicios, es sólo una de las diversas vías de implicación del
capital humano en la política publicitaria de la empresa. Sin embargo, ésta es
la mejor forma de conseguir complicidad para que defiendan la marca y se
encarguen de transmitir su calidad y responsabilidad social, sin olvidar que
son ellos mismos quienes generan ese valor añadido. De este modo el capital
humano presenta a la empresa en los círculos donde actúa, por lo cual su
presencia se convierte en un cartel publicitario de enorme valor. Los empleados
son los mejores baluartes para transmitir confianza a los posibles
consumidores, ya que son los representantes externos de total garantía.
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El peso del mensaje que un empleado puede difundir
sobre la empresa es extraordinario, porque no lo hace mediante una vía
mediática habitual ni contrata a nadie para que hable por él, sino que
convierte la marca en un tema de conversación personal, donde sus propias
palabras describen la calidad o la responsabilidad de la que habla. Esta
realidad, a medio-largo plazo, es impagable, ya que la reiteración de confianza
crea una publicidad boca a boca que se extiende lenta pero de forma eficaz.
Ésta es la razón principal por la que prácticamente
carece de sentido invertir en grandes campañas publicitarias, dejando de lado
los recursos internos. Muchas empresas ya se han dado cuenta de esta realidad y
hoy en día hacen especial hincapié en recurrir a los propios empleados para
crear una red publicitaria capaz de viajar entre las personas de forma
completamente natural, creando un círculo de consumidores eficaces y cada vez
más fieles.
Los empleados constituyen una fuente de información
con notable credibilidad cuando se trata de hablar de una marca, porque además
de ser el aparato que fabrica el producto, se convierten en consumidores con
conciencia y, evidentemente, nadie consume una marca deficiente cuando conoce
los procedimientos de su elaboración. Por lo tanto, no es descabellado pensar
que invertir en el capital humano es dotarle de capacidad para transmitir
informaciones claras, sencillas y coloquiales sobre la marca. De este modo,
además de la credibilidad personal, el mensaje viaje mucho más rápido debido a
su claridad y sencillez.
No obstante, la forma de alcanzar esta excelencia de
difusión es dando un paso evolutivo en el sistema de gestión, optando por una
participación más eficaz del capital humano en el aparato de gestión de la
empresa, en detrimento del mando directo y autoritario. Conseguir que cuando
alguien le pregunta a un empleado dónde trabaja, éste sepa dar una respuesta
responsable y fidedigna es la nueva y mejor estrategia para llegar al éxito
actual. Pero convertirse en el instrumento de transmisión del mensaje
corporativo sólo es posible si se conoce el sistema de funcionamiento interno,
o el modelo de gestión de las áreas de producción. Por lo tanto, los empleados
deben participar en la generación de estrategias de las bases activas de
producción.
Desde el momento que un empleado se involucra en el
sistema de gestión, le surge un deseo personal por maximizar el resultado,
además de la necesidad de demostrar a su círculo más cercana que no sólo
participa en la producción corporativa, sino que lo hace de forma eficaz,
siendo uno de los responsables de que los clientes se sientan a gusto con el
producto. Éste es el resultado de sentirse parte del éxito que se pregona.
Por último, para sortear el gran miedo que tienen
las empresas respectos a la participación de los empleados, hay que decir que
esta intervención debe realizarse bajo un estricto control de dirección, de
modo que nadie actúe por su cuenta sino organizadamente y según las directrices
corporativas claras y sencillas.
imagen: @morguefile
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