Hoy día asistimos a un cambio radical del mercado
laboral, donde muchos profesionales y empresarios se han visto obligados a
buscarse la vida fuera del ámbito de competencia donde estaban acostumbrados a
desempeñarse. Esta crisis global ha creado un escenario laboral desequilibrado
e imprevisible, donde algunas piezas no están colocadas donde debieran ni los
profesionales ocupan el lugar que les corresponde. Pero, de todo ese mapa de
cambio irracional, en el cual la necesidad se ha impuesto a la capacidad,
sobresale la transformación que han asumido muchas personas para convertirse de
empresario a empleado, porque es la única forma de alcanzar los ingresos
económicos que necesitan.
Sin embargo, esta conversión no es tan sencilla, por
la actitud poco reticente de algunas empresas al valorar el curriculums de
estos empresarios del pasado. Incluso algunas los rechazaban para el puesto que
están ofertando por el peso de sus experiencias, porque deducen que tienen demasiada
formación para el trabajador que necesitan. Algunos todavía van más allá, y
vaticinan que esa carga de experiencia y formación no le va permitir a la
persona desempeñar dignamente sus labores.
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Pero mirado fríamente, este tipo de candidatos sólo
pueden ofrecer beneficios, porque,
- Conocen los procedimientos internos de una gestión
corporativa, lo cual les garantiza desenvolverse con criterio en los equipos de
trabajo, así como asumir armoniosamente las prerrogativas que le corresponden,
sin excederse ni quedarse corto en su desempeño profesional.
- Tienen experiencia para manejarse en cualquier
circunstancia y para tomar la decisión adecuada. Haber desempeñado funciones de
responsabilidad es un valor añadido al puesto de trabaja, que muy pocos pueden
ofrecer.
- No pueden perder lo aprendido a pesar de que algunas
empresas lo supongan así. Es un error pensar que una persona que ha llevado la
dirección de una empresa y ha vivido la experiencia de gestionar un equipo de
trabajo, vaya a perder sus cualidades
por el simple hecho de haber bajado de nivel profesional. No debería ser esa la
visión que se tiene de un trabajador experimentado y cargado de conocimientos.
Todo esto no es cuestión de compromiso ni de
personalidad, sino de aprendizaje, de emplear adecuadamente todo el caudal de
informativo adquirido durante el rodaje en puestos de relevancia. Si una
empresa desdeña este paquete de experiencia y de conocimientos, comete un gran
error.
- La experiencia de estar expuesto a los problemas es
impagable. No se trata de actuar a partir de una teoría, sino de hechos que
derivan de la realidad de haber afrontado los problemas de la gestión y de
haber diseñado estrategias para sortearlos, lo cual otorga a la persona la
tranquilidad suficiente para enfrentarse a las dificultades y para volver a
plantear soluciones.
¿Por qué se supone entonces que un empresario debe
perder su identidad al convertirse en empleado? Aunque no existen parámetros
que confirmen esta teoría, la sensación es que muchos responsables de selección
de personal temen a los candidatos cargados de experiencia, porque consideran
que ese caudal les impedirá adaptarse a las obligaciones. Sin embargo, tener
experiencia y conocimiento ayuda a la persona a entender que si una situación o
una labor piden cambio, debe asumirlo sin traumas, porque ese es el momento que
le toca vivir. Por lo tanto, es un error creer que alguien no se adaptará a la
nueva realidad por verse en una situación inferior a lo acostumbrado, o que
ofrecerá menor compromiso con las tareas o que rehuirá las responsabilidades
corporativas.
imagen: @morguefile
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