Con tener buena intención y recursos, no basta.
@morguefile |
Cuando hablamos de inversión la primera imagen que
acude a la cabeza es el dinero. Recursos económicos. Pero no todo es cuestión
monetaria en el escenario actual donde nos desenvolvemos. Si aquí hemos venido
hablando del potencial atesorado por cada uno de nosotros, quizá no sea el
dinero lo más importante a la hora de invertir, sino la capacidad de uno mismo,
la aplicación de los recursos adquiridos durante años de trabajo. Esa será la
mejor inversión.
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¿Cómo y qué invertimos, entonces? En base a lo dicho
en artículos anteriores, esto nos lleva a la primera clave sobre la que se
construye una propuesta: la tendencia del mercado. Debemos mirar hacia dónde
se esta dirigiendo el mercado en la actualidad en términos de inserción laboral
o de consumo. Creo que puedo aportar un dato al respecto: las agrupaciones, la
unión de recursos por un bien común, el aprovechamiento de sinergias.
Atropellados por la crisis como estamos,
es casi una temeridad el emprendimiento individual, aunque no imposible. Hoy por
hoy, la sociedad demanda la unión entre personas en busca de un producto común.
Y esto es sostenible incluso aplicado en entornos donde hay elemento que ya
está funcionando. Imaginemos que somos diseñadores de software y que decidimos
crear un nuevo programa para mejorar el servicio de telefonía móvil; tenemos
intención de situarlo en el mercado esperanzado de venderlo a las grandes
compañías de ese sector. Al final ¿qué habremos hecho? Poner nuestra capacidad
al servicio de un producto ya existente, que a su vez está conformado por un
sinfín de recursos creados individualmente en otro tiempo y lugar. Es decir,
simplemente habremos pasado a formar parte de un grupo que comercializa un
producto común. Lo que intento explicar es que la mejor estrategia para ponerse
en marcha actualmente es agruparse, aglutinar aportaciones en busca de una propuesta competitiva capaz de evolucionar. Olvidarse, aunque fuera por un
instante, de emprender la batalla en solitario.
Otro de los factores a tener en cuenta a la hora de
llevar a cabo una actividad es no posicionarse con ahorcamientos. El marco
ideal para defender una inversión es aquel donde se puede trabajar sin
presiones. Es imposible sacarle rentabilidad a una propuesta cuando las fuentes
que lo financian ejercen una presión exagerada sobre sus aportaciones,
exigiendo un resultado inmediato. Esto se ve mejor con un ejemplo gráfico: no
es aconsejable invertir 100 euros cuando las fuentes que aportan ese capital
sólo tienen 100 euros, porque la necesidad de recuperar lo invertido ahorca la
posibilidad de arriesgarla, aunque esto se produjera de forma controlada. El
emprendimiento debe crecer a su ritmo, debe establecer sus propias estrategias,
lo cual es imposible cuando se trabaja bajo el foco de presión de elementos
externos que no son capaces de tolerar ninguna desviación de sus fondos. A la
hora de buscar capital externo para poner en marcha una iniciativa, debe
tenerse muy presente este detalle. Es recomendable mirar siempre con
objetividad el terreno donde ejercer la acción, porque el valor de la idea
puede sucumbir bajo la carga de los compromisos.
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