En el ámbito empresarial parece que ya está todo
dicho, que es casi imposible inventar nada. Sin embargo, existen procedimientos
de los que habla todo el mundo, aunque no se percibe el resultado de su
aplicación en el gran mercado. Entre estas actuaciones podemos destacar la
inversión en cultivar el talento para formar un capital humano altamente
cualificado y competente. Pero, ¿cuántas empresas adoptan una política viable
para fomentar el talento?, o mejor dicho, ¿hacen las empresas lo suficiente para
fomentar el talento?
Si una empresa pretende maximizar la competitividad,
o promover la competencia entre sus empleados, además de favorecer el
incremento del conocimiento en las áreas profesionales de su sector, debe abrir
las puertas a los profesionales capacitados que ya están en el mercado, que se
desempeñan, incluso, en condiciones poco idóneas para rendir de forma adecuada,
en lugar de concentrar el esfuerzo exclusivamente en la captación de nuevos
talentos para formar un equipo de trabajo eficiente.
Enlaces relacionados
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El gran problema que tenemos actualmente en el rendimiento
del talento es que se invierte mucho esfuerzo y recursos en buscar nuevos valores,
en detrimento de quienes ya están actuando en el mercado. Las empresas asumen
políticas de captación de personas que puedan ser los mejores en sus áreas
profesionales en el futuro, en lugar de dar oportunidad a quienes ya ha hecho
el primer recorrido de aprendizaje: trabajo
sobre el terreno. Se despilfarra la posibilidad de utilizar a quienes ya
han llegado a la madurez profesional y demuestran un altísimo nivel productivo,
probada capacidad para gestionar tareas multidisciplinares y, sin embargo, son
olvidados o simplemente ignorados por las grandes empresas.
La estrategia para aprovechar el talento debe fundamentarse
en un objetivo global, no local. Es un error intentar favorecer sólo a los
posibles genios del futuro de forma
local y no abrir las puertas a una base más heterogénea, donde la diversidad
cultural y las diferentes formas de percibir los procedimientos pueden ayudar a
que la competencia o el nivel final aumenten de forma considerable. Es absurdo
pensar que el valor local tiene mayor prioridad, porque en realidad el talento
no tiene frontera, raza ni lengua, es un concepto universal capaz de actuar en
cualquier lugar, terreno o sector, sin perder la competencia o la habilidad
para enfrentarse a los nuevos retos.
Por otro lado, las empresas deben cambiar sus políticas
de captación del talento. Hasta ahora, siempre han valorado más a aquellos que
han empezado de abajo y han llegado a la cima de cualquier profesión, porque al
parecer se difunde mejor una noticia sobre alguien que empieza en la parte más
baja de la empresa y llega a presidente a través de los años. Sin embargo, esta
administración del mérito no tiene nada que ver con el talento, por lo tanto,
la forma de conseguir que las mentes brillantes se acerquen a una empresa es
mejorando la oferta y el entorno del trabajo, ofreciendo seguridad de aprendizaje
y desplegando un plan realista de continuidad.
Cultivar el talento no es un proceso de unos días,
ni de unos meses. Formar a los profesionales por un tiempo y luego abandonarles
a su suerte es como no haber hecho nada. Por eso es importante que existan
garantías de que el proceso durará lo suficiente como para que las personas
escogidas puedan conseguir estabilidad en su profesión, ya sea en la misma
empresa o en otras. Al final lo que esto posibilita es que la competitividad
crezca, que la producción aumente y la calidad alcance la excelencia que todos
esperamos.
imagen: @morguefile
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