domingo, 8 de diciembre de 2013

Factores para vencer la adversidad


Factores para vencer la adversidad
@morguefile

Bien podíamos escoger para analizar logros incuestionables de emprendimientos que han llegado al objetivo sin sobresaltos. Si embargo, eso no ayudaría a hacer frente a los problemas de quienes deben afrontar un proceso de liquidación de sus negocios, siempre nos referimos a los pequeños empresarios, porque muchos desconocen los factores para vencer la adversidad.


Cuando se decide cerrar el negocio, lo primero que conviene tener en cuenta, tanto por su realidad administrativa, como por la trascendencia de la acción, son los instrumentos con los que se cuenta para vencer ese momento crucial, tras la toma de decisión. Es necesaria una gran dosis de capacidad personal para separar lo corporativo de lo particular, algo especialmente importante si se quiere actuar libre de ataduras.

En el momento de adversidad, ese lapso donde un empresario decide dar por concluida su actividad comercial, entra en juego todo: el estado de ánimo, el enfoque del problema, la interpretación de los procedimientos, el sentimiento personal, el modo de actuación, la condiciones económicas y el círculo de apoyo del entorno familiar.

Sin embargo, no siempre la acción se limita a lo corporativo, sino, más aún en las actividades de barrio, juega un papel muy importante el aspecto anímico derivado de la cercanía con quienes formarán parte del otro lado del problema, quienes ahora deben recibir una explicación legal de lo ocurrido y, probablemente, deban asumir perjuicios monetarios.

La complejidad del proceso compromete decisiones definitivas, irreversibles, porque muchos acabarán prescindiendo de las amistades, que a lo mejor el empresario desearía conservar, para ejercitar sus derechos legales. Por  todo ello, es mejor:

Buscar soluciones legales para no seguir alimentando el problema. En esta fase del proceso, donde se utilizan todos los valores reales del negocio y se determina su inviabilidad, es importante proteger a la persona, al empresario, ya que nada de lo ocurrido, a pesar de que algunos sostengan que sí, es producto de una decisión personal deliberado, sino resultados corporativos.

Parar en el momento oportuno. No suele ser fácil tomar la decisión de cerrar el negocio y afrontar las consecuencias del temido fracaso,  social. Pero se debe valorar la necesidad de una solución y, por lo tanto, la asunción de los costes, tanto económicos como sentimentales.

Nadie es sinvergüenza. Cuando las relaciones han superado lo meramente comercial, se establece un vínculo de supuesta amistad, que si  no se gestiona con madurez, acaba aniquilando psicológicamente al empresario. Los insultos y las descalificaciones son completamente reales, de personas a quienes se atribuían un rasgo de amistad ahora inexistente.

Sin sentimentalismos en la toma de decisión es vital, por el bien personal y familiar. Naturalmente, aflora un sentimiento de culpa al actuar contra los intereses ajenos, pero la situación resulta de la consecuencia lógica del final del trayecto comercial, no una artimaña deliberada para perjudicar a nadie. Por lo tanto, en este proceso el empresario no puede considerarse sinvergüenza ni estafador.

Tomar medidas legales recurriendo a abogados expertos en la materia, que sean capaces de defender los derechos, es otro paso importante. Es la forma de articular un mecanismo externo que garantice el buen funcionamiento del proceso, contribuya a poner cordura sobre los fundamentos personales, y garantice el mantenimiento de la objetividad sobre los hechos.

Por desgracia, estos son sólo algunos puntos que considero importantes para enfrentarse a un momento de adversidad. Sin embargo, no son definitivos ni los únicos, simplemente el esbozo de la experiencia de haber vivido esta situación en primera persona.

      

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