Viajar al interior de uno mismo es gratis.
@morguefile |
De hecho, la teoría del Interés Productivo, mi teoría, es que el éxito está en el interior de las personas; el único conocimiento productivo es el de uno mismo, nadie puede triunfar con las cualidades ajenas, ni valiéndose de los conocimientos de otros, a no ser que se los compre y, en tal caso, sólo se estaría creando un escenario engañoso de triunfos sustentados en la fortaleza de otros.
Pero
las personas somos así. Tenemos debilidad por los ecos del ruido de nuestro entorno
en lugar de valorar nuestras propias virtudes. Es tan descomunal la energía malgastada
persiguiendo el universo ajeno, ya sea para desprestigiarlo, imitarlo o alejarse
de él, que si ese mismo ímpetu lo empleásemos en beneficio de las virtudes
propias o para crear algo productivo, sería maravilloso. En este punto siempre
me surge una pregunta, ¿cuánto placer hay en estar al asecho de otra persona? Ninguno.
Esa actitud sólo alimenta miserias, desventuras que consumen de forma
inexorable la llama de la virtud de uno mismo.
Cuando
se pierde de vista la naturaleza propia, empiezan a aflorar los miedos, las
incertidumbres a la hora de acometer ciertas acciones, la inseguridad, etc.
Todo porque el valor personal que debería actuar de generador de confianza y de
optimismo, se desvanece y uno sólo empieza a ver maravillas en los hechos
ajenos. Ese es el momento de realizar un viaje interior; si se procede a tiempo
se encontrará la luz, si no, la oscuridad puede ser para siempre.
Hace un tiempo me encontré con una persona que tenía una brillante idea, pero que estaba padeciendo una situación un poco inexplicable, sobre todo para él. Resulta que no podía desarrollarla porque carecía de contactos, de financiadores. Llevado por la necesidad de colocar su creación en el mercado, entregó su idea a otra persona que, casualmente no tenía ninguna idea que aportar, pero muchos contactos. “¡Prácticamente, se ha quedado con mi idea!”, se lamentaba esta persona. “Eso no debe agobiarte”, le dije. Me miró con incredulidad. “Tú puedes crear, esa persona no. Si has creado una vez, lo puedes repetir”. Sonrió. Entendí en su alegría dos cosas, la primera: la creatividad es consustancial a la persona, no tiene fecha de caducidad ni limite de producción y, la segunda: por más que le robarán la idea, esa creación siempre será suya, sólo él conoce la naturaleza de lo que ha creado.
Pero
no hay nada más doloroso que perder la propiedad de algo que hemos creado. No
obstante, estoy convencido de que el tiempo siempre aplica justicia, y el éxito
es más completo cuando se consigue desde la cordura y honestidad.
Seguir a @RoberttiGamarra
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