domingo, 29 de diciembre de 2013

Las PYMES se desangran

Y los créditos para el sector no pasan de las palabras.

A principios del mes de mayo se difundía la información de que dos millones de pymes habían cerrado en cinco años de crisis. Una información mirada desde la distancia, apenas dos meses después, y analizada al abrigo de las palabras optimistas del sector financiero o político, realmente da escalofríos. Pero esa es nuestra realidad.
Rita Barberá, durante la inauguración del primer Foro Empresarial de la Marca España. | Efe. El Mundo.es
Rita Barberá en el Foro Marca España. | Efe. El Mundo.es
Cada día encontramos empresarios liquidando negocios o acudiendo a juicio con ex empleados a los que no es capaz de finiquitar dignamente. Lo difícil para un pequeño empresario es comprender cómo ha llegado a esa situación, donde algunos han perdido sus casas, sus privilegios sociales, y debido a que abrir una empresa está asociado indefectiblemente a ser autónomo, se han quedado sin prestaciones por desempleo, a pesar de estar obligados más que nadie a pagar puntualmente sus cuotas.

Hace un tiempo leí este titular en un periódico de tirada nacional: “Aseguradoras y fondos de pensiones podrán invertir en pymes y capital riesgo”. Fui corriendo a leer el artículo, escueto, mísero en explicaciones que me había engañado por completo, simplemente por mi ansiedad por encontrar algo más sustancial y que me diera la oportunidad de conseguir lo que buscaba. Estamos arrollados por la necesidad de encontrar una vía de financiación que nunca llega, mientras tanto, sólo sobreviven quienes pueden o tienen algo que echar al fuego del negocio que consume alientos, ilusiones y fuerza de voluntad para seguir. Muchos cierran por puro agotamiento, otros asqueados de la realidad y algunos obligados por las deudas, los impuestos, las obligaciones con proveedores…


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Abundan las iniciativas, sobre todo oficiales, que dan la apariencia de que van a socorrer a los necesitados, los pequeños empresarios, solucionando sus problemas. Hace un par de años un líder político acuñaba esta frase: "Crear empresas para crear empleo". ¿Han cumplido lo que han prometido? Conceptualmente parece una buena estrategia, llegar a los ciudadanos prometiéndoles lo que más necesitan, pero ¿saben estos señores el número de empresas que cierran al día?, ¿conocen las dificultades para poner en marcha una iniciativa? Efectivamente estas apariciones a costa de los ciudadanos están pensadas para captar votos y nada más. No les echo la culpa a ellos, porque la situación económica es la que es, pero sí les reprocho que lancen ideas que saben a ciencia cierta que nunca podrán cumplir.

Luego están los posibles inversores. Entiendo que para optar a la consideración de posible benefactor deba el candidato tener todo en regla: los impuestos, el IVA de facturas que aún no ha cobrado pero que ya está obligado a abonar, rentas personales, teléfonos, especialmente los móviles, que un día después de no abonarse ya están en la lista de morosos. ¡Por Dios!, no sigo porque la lista puede ser interminable. En fin, si lo tienes todo en regla, puedes rellenar el formulario de solicitud de ayuda, para ver si alguien te recibe y te escucha para, sin pestañear, decirte que no puedes o que no estás dentro del perfil de empresas señaladas a beneficiarse de la ayudas o de la financiación. Por cierto, se me olvidaba que si sobrepasas los 35 años tampoco puedes acceder a demasiadas ayudas para emprendimiento.


Pero la grandeza de esta sociedad se manifiesta en sus actos, porque actualmente los particulares financian a las pequeñas empresas, creando alternativas, muchas de ellas a través de Internet para posibilitar que algunos sigan sobreviviendo. Para aquellos más atrevidos que tienen en mente una propuesta nueva, les recomiendo que nunca pierdan de vista la calidad de la propuesta. Con independencia de las dificultades que existen a la hora de acercarse a posibles inversores o las ayudas públicas, es fundamental cumplir con el requisito base: calidad, viabilidad y realidad.


      

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