@morguefile |
Si hay algo indiscutible en
esta vida es que cualquiera puede llamarte fracasado, pero pocos elogiarán tus
logros. Por naturaleza, cuesta asimilar el éxito de un conocido, sin embargo,
con frecuencia se alimentan alabanzas sistemáticas del triunfo de cualquier
extraño. Es lógico que algunas personas se inclinen a pensar que lo cercano es
más peligro que lo distante, porque esto último no interviene nada en el día a
día y, además, muchos acostumbran a viajar con todo a cuesta.
El gran problema del
fracaso, además de la soledad que provoca, no es encontrarse con él, porque
cualquier actuación conlleva esa posibilidad, sino dejarse vencer.
Sin embargo viajar con la
derrota a cuesta es perjudicial. “Nosotros
siempre hemos sido así. No debes olvidar eso”, solía repetir una madre a su
hijo refiriéndose a la escasez que estaban atravesando. Sus palabras bien podían
ser consecuencia de un acto de derrotismo imperdonable o la flagrante realidad
que no se podía dejar de lado. Sea como fuere, era el alimento ideal para la
pasividad.
Es completamente imposible, según entiendo, salir adelante cuando los actos se fundamentan en la derrota, o en cualquier rasgo que derive del fracaso. Ningún emprendimiento puede fortalecerse al abrigo del rescoldo de una quemadura reciente, porque las secuelas de la decepción cercana imposibilitan reconocer las oportunidades.
Es completamente imposible, según entiendo, salir adelante cuando los actos se fundamentan en la derrota, o en cualquier rasgo que derive del fracaso. Ningún emprendimiento puede fortalecerse al abrigo del rescoldo de una quemadura reciente, porque las secuelas de la decepción cercana imposibilitan reconocer las oportunidades.
Enlaces relacionados
|
“Siempre debes perdonar a quien te falla”,
es una propuesta que recibimos a menudo, principalmente en los círculos más creyentes.
Pero cuesta acomodarse a ese consejo, sobre todo en el ámbito empresarial,
donde la humanidad tiene poca cabida. A pesar de que en el ambiente de las
pequeñas empresas aún sea posible entregar la misericordia o la ayuda a
alguien, lo cierto es que no existe espacio para ello en ningún otro sector
donde predomine el concepto de los dividendos. Es completamente engañosa la aparente
amistad o cercanía generada entre proveedores, empleados, o cuantos círculos se
muevan entorno a una iniciativa. Ni bien se revela el fracaso afloran las
discusiones. Naturalmente, cuando alguien protege sus intereses, está en su
derecho de escoger la mejor arma para luchar y, por consiguiente, en ese
instante se acaban los buenos modos y empieza la guerra o los agravios. Sin
embargo, en esa lucha sin cuartel por mantenerse a flote, no es bueno perder de
vista a la persona.
La forma inteligente de
actuar se fundamenta en que a pesar de las dificultades, el empresario sigue
siendo una persona; nada debe cambiarle, al menos ante aquellos que confiaron
en él. La conclusión que debe extraerse de las malas experiencias es que a
pesar de los obstáculos, a pesar de perder todo lo que se había edificado con
tanto sacrificio, lo personal debe mantenerse inalterable. Ni los triunfos ni
las desgracias cambian a la persona si ésta sabe con exactitud quién es y dónde
quiere llegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe un comentario. Solo pido moderación y respeto.