Cambiar de hábito no es tan malo.
imagen. morguefile.com |
Las
restricciones presupuestarias no sólo están mermando la capacidad de crear
nuevas iniciativas comerciales, sino que está marcando una nueva forma de
adaptarse a la realidad económica de cada familia o cada persona, diseñando así un nuevo mercado de consumo. No necesariamente dejamos de consumir
productos, sino que ahora lo hacemos con criterios diferentes, escogemos del
mercado aquellos artículos o condiciones que mejor se adaptan a nuestras
posibilidades. Muchos se entregan a la desesperación por encontrarse en un
terreno que nunca habían imaginado. Tampoco debe ser ese el camino a seguir. En
ese cambio del que hablamos, algunos incluso han modificado su sistema de
relacionarse con el trabajo, y en lugar de acudir hacia él ahora lo trae
a casa. Y les va estupendamente.
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Para ilustrar esta situación, pondré un ejemplo
personal, que me ocurrió no hace mucho tiempo cuando, obligados por la crisis, mi socia y yo mismo, echamos el cierre a una de nuestras
empresas y nos sometimos a los efectos de ese cierre. Después de disponer
durante años de la conexión completa de Internet, que permite navegar sin
restricciones, hubo unos meses donde no podía permitirme este privilegio, por
lo que mi acceso a la red se reducía a una conexión USB contratada por tamaño
de descarga. Esta circunstancia me llevó durante un tiempo a medir
considerablemente mi presencia en Internet, porque de lo contrario gastaba muy
rápido el crédito y en el momento que más lo necesitaba no disponía de
conexión. Pero lo más curioso me ocurrió cuando recuperé mi acceso sin limitaciones
a Internet. A pesar de disponer de la conexión completa, seguía controlando mi presencia en la red, como si estuviera obligado a hacerlo. Vivir aquella situación me había forzado a
cambiar mis hábitos, no sólo en el ámbito de Internet, sino en muchas otras
áreas de consumo. Lógicamente, algunas personas volverán al modelo anterior de consumo o
al ritmo de vida del pasado, pero muchos no podrán permitirse ese privilegio.
Según un artículo publicado en un periódico hace unos meses, la
población de entre 25 y 50 años perderá un 18% de efectivos en 2022.
Dato suficiente para entender dónde estábamos, donde nos encontramos y a dónde
nos lleva esta situación económica.
No hay mejor manera de afrontar el cambio que adaptándose a sus consecuencias.
Seguir a @RoberttiGamarra
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