@morguefile |
Hace unas
semanas, un documental realizaba la comparativa entre los nuevos pobres y los
nuevos ricos de nuestra sociedad actual. La conclusión final arrojaba que el
círculo de los pobres era mucho más valioso en relaciones humanas, existía una
cercanía constante entre las familias, se repetían las reuniones y las deliberaciones
de grupo, algo inexistente en el de los ricos, donde proliferaba un
individualismo atroz y el alejamiento era cada vez mayor entre las personas. Todos
ambicionamos un ideal, pero nadie se fija en cuánto vale un sueño.
Quién daba voz a los nuevos pobres decía que para ellos el sueño era sobrevivir el día a día, sin embargo los otros achacaban su posición al haber conseguido el sueño por el que habían luchado toda la vida.
La pregunta es: ¿cuánto vale un sueño? ¿Es posible cuantificarlo? Visto el citado documental es fácil concluir que en cuanto a las relaciones humanas el valor de los necesitados es muchos mayor, pero en cuanto al aspecto material, la cotización de la vida opulenta sube sin parangón. Con independencia a esta comparativa, sinceramente, para mí el valor de lo que se ambiciona es proporcional al empeño que conlleva conseguirlo.
Quién daba voz a los nuevos pobres decía que para ellos el sueño era sobrevivir el día a día, sin embargo los otros achacaban su posición al haber conseguido el sueño por el que habían luchado toda la vida.
La pregunta es: ¿cuánto vale un sueño? ¿Es posible cuantificarlo? Visto el citado documental es fácil concluir que en cuanto a las relaciones humanas el valor de los necesitados es muchos mayor, pero en cuanto al aspecto material, la cotización de la vida opulenta sube sin parangón. Con independencia a esta comparativa, sinceramente, para mí el valor de lo que se ambiciona es proporcional al empeño que conlleva conseguirlo.
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Alguien
me dijo una vez que cuanto más se creía en el sueño más cerca estaba de
cumplirse. Tiene sentido, desde el punto de vista práctico, porque la forma de
luchar por alcanzarlo determina las posibilidades de hacerlo realidad. Esto
suele ser muy habitual en el campo del emprendimiento, donde los que más lejos
llegan son quienes desde el primer momento han sabido lo que querían y han
puesto todo su empeño por lograrlo. Por otro lado, esa es la única forma de sobrevivir,
porque ni el mercado, ni la competencia, ni los clientes son aliados del
emprendedor, sino el territorio donde debe sembrar su triunfo o su fracaso.
Cuando alguien se mueve a la sombra de un sueño todo parece posible. Y es el momento de tomar decisiones, muchas de ellas impopulares, que van en detrimento de los más cercanos. Pero es lógico teniendo en cuenta que si se encuentra un río, hay que empeñarse en cruzar, ya que el secreto está en no dejarse vencer por las adversidades.
Por último está el valor que se otorga a lo conseguido. Porque, cualquier logro es inseparable de su forma de consecución, las artimañas son perceptibles, todo se ve. Si él éxito llega a costa de los demás, la persona congregará a muchos comensales en la fiesta de celebración, pero probablemente no acuda nadie a su entierro.
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