Si intentas disimular tus debilidades, sólo retrasas la caída.
En algún lugar escuché decir que
cuando ves a alguien por última vez no sabes si volverás a verle, pero cuando lo
ves por primera vez, tú decides si le quieres volver a ver. Esa es una verdad
indiscutible, es la consecuencia natural de las relaciones. Nosotros marcamos el rumbo o la fortaleza de un vínculo, y muchas veces lo hacemos como resultado de la primera impresión. Porque allí se ve todo, cada cual viaja con la realidad a cuesta.
Es fácil percibir si una persona está feliz o deprimida, se nota en su forma de mirar, en sus movimientos, en las palabras que utiliza. La sombra que proyecta uno a su alrededor cuando le iluminan los ojos de los demás, es toda su realidad la que se manifiesta.
Es fácil percibir si una persona está feliz o deprimida, se nota en su forma de mirar, en sus movimientos, en las palabras que utiliza. La sombra que proyecta uno a su alrededor cuando le iluminan los ojos de los demás, es toda su realidad la que se manifiesta.
La integridad de cada individuo está implícita en su
forma de ser, en su forma de relacionarse, en su forma de demostrar aprecio o
gratitud, por lo tanto no se puede explicar con palabras. Los demás lo ven a
simple vista y va más allá del comportamiento que a veces se finge para
conseguir una recompensa social por los actos, tan necesaria como tan efímera.
Los conocimientos y la experiencia también forman
parte de la personalidad de cada individuo. Y bien gestionados pueden resultar una
eficaz herramienta para conseguir los propósitos personales o para fortalecer
las posibles debilidades. En lo profesional, el conocimiento es la marca de
cada individuo, un emblema que viaja en la propia persona, que trasluce de
forma natural las virtudes, haciendo inútil incidir en ellas: todos las
perciben y las aprecian. Resulta por ello patético cuando un inepto finge
saberlo todo por conseguir una migaja de reconocimiento artificial. No vale de
nada empeñarse en explicar los conocimientos de uno mismo, ni en alardear sobre
la experiencia, porque el que sabe lo sabe y el que no, el tiempo lo
delata.
El mejor termómetro para medir el conocimiento de
una persona es su comportamiento. Muchos caen en el error de extenderse sobre
sus conocimientos o sus manejos de este o aquel tema, intentando que la otra
persona, receptora de sus mensajes verbales, los conozca a través de las
palabras. Sin embargo, olvidan que esa integridad personal se trasluce en los
movimientos, las expresiones y en el silencio.
No hay peor entrevista que aquella donde el
entrevistado se empeña en aportar apreciaciones complementarias a todos los
temas que se le plantea, como si los conociera al dedillo, olvidándose de
escuchar el ámbito de interés, los resultados esperados o las condiciones de
ejecución. Esa es la mejor forma de cosechar un rechazo paulatino del
interlocutor hacia el sabelotodo.
Toda persona debe ser consciente de su propia
fortaleza, sólo así puede expresarse con propiedad sobre sí mismo. La bolsa de
fortaleza personal está conformada por tres factores que deben convivir
armónicamente, como son: la experiencia
obtenida durante la ejecución de las tareas profesionales, los conocimientos adquiridos para garantizar
el dominio del elemento y el entorno
personal donde se manifiestan las dos piezas anteriores. Por todo ello cabe
decir que las personas viajan a todas partes con su realidad a cuesta, y por
mucho que se empeñe por disimularla, los hechos acaban siempre poniéndole en su
sitio.
Toda esta exposición se debe a un encuentro fortuito
que tuve con una persona, que en el pasado trabajara en mi empresa en el área
de ventas. Una semana después de contratarle desapareció con todo el paquete de nuestros
catálogos. Meses más tarde puso en marcha una iniciativa muy similar a la
nuestra; tanta era la similitud que se presentaba ante sus posibles clientes
con los catálogos que nos había sustraído. No se cuánto tiempo duró aquella
aventura, ni cuánta gente sucumbió a sus ofertas, pero si sé a ciencia cierta
que, como profesional, no quiero volver a verle.
Seguir a @RoberttiGamarra
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