sábado, 7 de diciembre de 2013

El manantial de los deseos


Autora: Irene Herrero                                       Una colaboración para este blog
El manantial de los deseos
Érase una vez... un bosque encantado en el que existía un manantial mágico al que iban a saciar su sed todos los animales. Un sinfín de hermosas criaturas, bebían despreocupadas y felices. Su único deseo era ayudar a todos sus compañeros del bosque que estuvieran en apuros. 

Aquella fuente natural les proporcionaba la alegría de compartir sus días en perfecta armonía. En aquel paraíso de verdor y aguas cristalinas, la primavera era la única estación del año en la que llovía lo suficiente para abastecer el lugar y mantener su hábitat hermoso y saludable.

A unas cuantas millas de allí había un pueblo deshabitado, ocupado ahora por una banda de forajidos que se dedicaban a matar a los animales quemando sus bosques y asaltando a todo aquel que se cruzara en el camino.

Las gentes del lugar estaban muy tristes y abatidas viendo como cada día que pasaba, de sus fuentes sólo manaba un agua oscura, pesada y enfermiza. Apenas había vegetación.

El único deseo de estos forajidos era la venganza, la destrucción, la muerte de todo aquello que albergara un atisbo de vida, una luz de esperanza para el mundo. La semilla del mal y  la codicia de poseer el bien ajeno, habitaba en ellos y les carcomía las entrañas día tras día.

Un buen día oyeron hablar del bosque encantado. Sin embargo, desconocían la leyenda del manantial de los deseos y todo lo que en él acontecía.

Atraídos por su natural encanto y el ávido deseo de establecerse en un lugar rico y próspero, acudieron raudos y veloces hacia aquel mágico entorno.

Después de un largo camino entre riscos y vaguadas, llegaron al bosque encantado. Estaban sedientos y se acercaron a beber al manantial. Pero, ¡Oh, Santo cielo! Su sorpresa fue mayúscula al comprobar con desesperación que aquel espejo de transparentes aguas, se transformaba en una ciénaga de arenas movedizas tragándoselos para siempre entre el barro y el lodo.

La Madre Tierra conoce la naturaleza de tus deseos, y te devolverá encantada cada uno de ellos en su justa medida.

Y colorín, colorado...




Esta es una colaboración para este blog. Por lo que extiendo mi agradecimiento a Irene por habernos enviado este trabajo.

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